jueves, 21 de enero de 2010

Soy especial

Cuando llegamos a la cocina, estaban casi todos, solo faltaban Bella, Edward y Renesmee. Emmett hablaba con Jasper y Carlisle. Les estaba contando algo de anoche, pero no le preste ni más mínima atención a lo que decía.
Rosalie y yo tomamos la dirección en donde estaban Esme y Alice.
- Buen día –dije
- Buen día –dijeron las dos juntas al mismo tiempo.
Esme me tendió el cuenco, los cereales y el yogurt. Ya era la rutina de la mañana ese desayuno. Todo estaba mas que tranquilo, había tenido la noche más hermosa de toda mi vida y las más alegre.
- ¿Qué vamos a hacer hoy? –pregunte con alegría
- Ir de compras –me contesto Alice entusiasmada por la idea.
- ¿Pero no fuimos ayer?
- Ayer fueron a comprar CD’s, hoy vamos a comprar ropa. –contesto Rosalie.
Hoy íbamos a comprar ropa, mañana seguro nos tocaría comprar un piano y luego una pileta y estábamos llenos. Hoy iba a ser un día divertidísimo. Pasarla con mi abuela –medio joven –, mi tía y mi mamá, que era lo mejor.

Estuvimos paseando de tienda en tienda. Probándonos cada cosa que nos gustaba. Alice a veces sacaba fotos y sino lo hacia ella, lo hacia Rosalie.
En las tiendas que íbamos la mayoría de las cosas eran de marcas, pero como a mi no me gustaba llevar cosas tan caras, no íbamos a todas las tiendas más caras.
Eran las cuatro de la tarde cuando mire el reloj por primera vez desde que habíamos salido. Habíamos comprado ya un montón de ropa y las bolsas que teníamos apenas nos alcanzaban en los brazos para tenerlas. De vez en cuando se me caían algunas de las bolsas. Todo era tan divertido que en un momento pise no sé que y me caí al suelo y todo lo que tenia se me vino encima.
Fue un momento de mucha risa ese, y como teníamos tantas bolsas decidimos dejarlas en el auto e ir a comprar más cosas.
Me compre perfumes, sandalias, zapatos, unos DVD, libros, ropa y más ropa. Ese día realmente la había pasado bien.
Íbamos a donde yo quería ir. Nunca con mis amigas había podido hacer eso. Cada vez que iba siempre teníamos que ir para donde Antonella decía que quería ir, y yo no podía ir a casi ningún lugar que me gustase. Encima siempre iban a los mismo lugares. Onda shop, y piedra libre –la tienda de accesorios –. Por todo eso, a mi no me gustaba salir al centro. Siempre los mismo lugares. Pero todo esto era muy diferente. Las tiendas no eran las misma y la ropa tampoco. Rose, Alice y Esme iban a donde quería ir, tenia la palabra en esta salida, y nunca la había tenido. Me hacia sentir libre y me gustaba, mucho sentirme así.
Cuando ya era la hora del crepúsculo, fue cuando volvimos por segunda vez al auto, pero no para dejar las bolsas sino para ir a casa otra vez.
Tenia mucha hambre, no había almorzado y cuando llegase a casa iba a merendar y luego después de dos horas a cenar.
En el auto, Alice tomo la cámara y empezó a sacar fotos por doquier. Una tormenta eléctrica parecía tener dentro el auto. Nos reíamos por cualquier cosa. Por las fotos que nos sacaba Alice.
- No, no. Borra esa foto, salí re mal. –decía Rosalie.
Varias veces dije lo mismo que Rosalie, pero la mayoría de las fotos eran hermosas. ¿Cómo podía quedar una foto arruinada con una cara de aquellas bellezas?
Cuando llegamos a casa ya era de noche, aunque muy al horizonte se veía un poco el crepúsculo.
Baje del auto y un aroma delicioso me aturdió por completo. Emmett que había salido para ayudarnos con las cosas, vino a mi lado enseguida al ver que me caía y sostuvo mi cabeza y gracias a eso no me golpee la cabeza con el piso.
Emmett no tenia el olor que me había aturdido, pero alguien de muy cerca, lo tenia muy concentrado.
Mis sentidos se agudizaron. Las aletas de mi nariz se dilataron y yo me puse en una posición que ya había visto. En mi sueño me había puesto así. Estaba a punto de atacar a alguien.
Escuchaba latidos de corazones por todos lados, y se me hacia agua en la boca, con solo escucharlos. Volví a tomar aire y el bello se me erizo, un escalofrío paso por toda mi piel y me hizo volver a la realidad.
Volví a la postura normal y mire a Emmett, que era el que estaba mas cerca. Estaba asombrado, los ojos parecían que se le iban a salir de orbita.
- No me mires así. El olor ese me mata. –dije molesta.
Emmett siguió mirándome así y ya no me lo soportaba. El olor y el sonido de los corazones se alejaban cada vez más y muy rápido lo hacían.
- ¿Sabes que? Vamos a cazar. ¿Queres venir conmigo?
- Lucía espera un poquito para cazar –me pidió Carlisle.
- Pero... ¿ustedes no querían que yo cazara?
- Sí. Y lo vas a hacer si te sentís segura, pero solo dale un minuto a los lobos a que lleguen a su terreno –me explico Edward.
- A bueno, entonces el tiempo que me lleve entrar todas estas bolsas y guardar toda la ropa en el ropero enorme que ahora tengo ¿Será suficiente para darles tiempo y luego ir a cazar?
- Sí. Y te sobra.
Entre las bolsas una por una, para dar mucho más tiempo y que el olor que había quedado del chico que había pasado hace un rato por el terreno donde yo iba a cazar, se borrara un poco. Luego cuando termine de entrarlas, me puse a sacar la ropa de las bolsas y las fui colocando en mi cama. Separando las remeras de manga corta, las de mangas largas y las sin mangas. Después los pantalones de vestir, de los jeans. Y por ultimo las camperas de los buzos.
Abrí el ropero y comencé a guardar la ropa donde debía. Las había separado así, porque hoy a la mañana me había dado cuanta de que estaban separadas y ordenas así. Pero cuando las fui a colocar en su lugar cada prenda, me di cuenta que también estaban ordenadas por color.
¡Que ordenados que eran! –me dije a mi misma.
Ordene toda la ropa que me había comprado, por color, sumándole la ropa que ya estaba. Cuando termine de hacerlo, cerré el ropero y me quede mirándolo.
Las puertas eran hermosas. El picaporte era de un color dorado intenso, y encima quedaba tan bien, y resaltaba.
Toc, toc, toc.
Me gire hacia la puerta y estaba Jasper.
- Te quería hacer una pregunta –cortándome lo que iba a decir.
- Hazla –le conteste
- ¿Podría ir a cazar contigo esta noche?
- Obvio que puedes.
- Mira que no viene nadie más. Decidieron que seria mejor que vallamos los dos solos, ya que yo puedo controlar tus emociones y los demás no pueden hacer nada. A demás ellos te pueden distraer y los podes atacar a ellos también, al oír que te siguen.
- Bueno en tal caso. Iré contigo. ¿Se te hace algún problema?
- Ninguno. Es más me encantaría verte cazar.
- Bueno, entonces ¿qué esperas para ir? Me estas reteniendo acá y no me dejas ir a cazar.
Jasper se río por lo bajo.
Los dos salimos de la habitación y fuimos para abajo. Yo me dirigí hacia la cocina, pero algo me detuvo. Jasper me había tomado del brazo y estaba impidiéndome ir hacia donde quería ir.
- Por acá –me dijo con un tono de burla.
Me di la media vuelta y le seguía hacia fuera. Estaba todo muy oscuro, pero lo veía todo muy claro.
Jasper empezó a correr hacia el este, pero no me movía. Mi cabeza decía que tenia que seguirlo, pero mi cuerpo estaba en otro lado. Las aletas de mi nariz se habían dilatado, y esa era la explicación a mi inmovilidad.
El olor que penetraba en mi nariz, era delicioso. Pero había muchos más. Otro de los olores me producía hedor, bueno la mayoría de los otros olores.
No resaltaba ni el delicioso ni el que me producía hedor, y por eso estaba completamente segura que ya había pasado mas de una hora, cuando estos pasaron y dejaron su olor.
Volví a la realidad, tenia que seguir a Jasper. Tome aire, y salí corriendo en la dirección que él lo había hecho.
Pensé que no lo iba a poder seguir y que me iba a perder, pero su olor magnifico había dejado su rastro. Y lo seguí.
En treinta segundo empecé a ver por donde iba Jasper. Parecía una águila blanca como la cal volando bajo, para poder alimentarse. En otros treinta segundos estuve al lado de él.
Primero le prestaba más atención al bosque que me rodeaba. Cada vez que veía un árbol frente a mí, me corría hacia el costado, pero le ponía toda mi atención a la carrera y tratar de no chocarme con nada. Después el correr me hizo sentirme libre y segura de esa libertad.
En un momento trate de chocarme con un árbol, pero mi cuerpo respondió lo contrario. Se corrió unos milímetros y el árbol paso a centímetros mio. Mejor dicho pase yo al árbol a centímetros. Eso me hizo darme cuenta que no necesitaba atención alguna el correr. Podía correr mil kilómetros llenos de árboles y no chocarme con ninguno.
Me reí para mi misma. Esto de ser vampiro era de lo más. Pensé que cuando me iba a reír iba a bajar la velocidad que iba, pero nada de eso. Seguí vivita y coleando, corriendo como si nunca hubiera dicho nada o no me hubiera reído.
Lo mire a Jasper y vi que él, que me estaba mirando. Su mirada era sorprendente. Un montón de emociones se le cruzaban. Una era de sorpresa, de felicidad. Otra de tristeza, y decepción.
Me pare en seco. Jasper siguió unos metros más, pero luego se detuvo y volvió hacia donde estaba.
- ¿Por qué te sentís decepcionado?
- Eso ahora no importa. Estamos de caza. Después te lo explico.
- Ok
- Ahora cierra los ojos y huele. ¿Dime que hay?
Cerré mis ojos suavemente y mis sentidos se agudizaron. Escuchaba todo. La respiración de Jasper era muy tranquilizadora si te la ponías a escuchar en el momento que estabas sacada.
Deje que el sentido de mis oídos se expandiera más, para poder escuchar más lejos.
El ruido de un arroyo, una cascada tenia este. Cerca había lago grande y pesado que se movía. Sus patas retumbaban en mis oídos, pero retumbaba peor, su corazón. También se escuchaba, el lamido de los animales tomando agua del arroyo. Sus corazones eran un poco más suaves que el del animal que rondaba cerca de ellos. Pero al oírlos se me hacia agua la boca.
- ¿Qué hay?
- Hay cuatro, tomado agua del arroyo, y uno grande que les ronda.
- ¿Qué? ¿Qué estas escuchando? Eso esta del otro lado.
- ¿A sí?
- Sí. ¿No escuchaste nada de cerca?
- Escuche de todo. ¿Puedo ir a cazar el animal grande? Se me esta haciendo agua en la boca.
- ¿Qué animal? Son todos alces. No hay ningún animal grande.
- Sí que lo hay. Y te lo voy a demostrar.
Empecé a correr hacia donde escuchaba el corazón latir. Cada ves estaba más cerca. Pero lejos también. Cuando me puse a ver todo lo que estaba cruzando para llegar a donde estaba el animal. Me di cuenta de que realmente estaba lejos.
Cada ves más cerca, cada ves más fuerte se lo escuchaba. Ya podía captar su olor. Un olor a felino, a cazador. La sangre de otro animal olía en su hocico.
Pase los árboles como un rayo y me subí a una rama de un árbol. Ya estaba lista para cazar y lo estaba haciendo.
El arroyo se escuchaba mucho más fuerte y los lengüetazos de los animales todavía se escuchaban. Debajo de mí había un felino grande. Era un puma muy bonito, su corazón se escuchaba tan fuerte, que me hubiera gustado tapármelos. Pero algo me lo impidió.
Mi garganta empezó a arder. No había sentido eso tan fuerte, desde que el dolor de mi transformación se había acabado. Pero no eran llamas que me quemaban, sino algo que me pedía... sangre.
Me precipite hacia la garganta del felino. La maniobra que había hecho de subirme al árbol, había hecho las cosas más fáciles. El puma desde donde estaba no me podía rasguñar, ni hacer nada contra mí.
La sangre era deliciosa, estaba caliente. Pero poco a poco el latido del corazón se fue apagando, hasta que no latió más. Todavía quedaba sangre en el animal, así que lo diseque por completo.
Tenia un olor fabuloso, pero no tanto como la que me encantaba. Nada podía superar ese olor.
Mis sentidos todavía seguían agudizados y pude captar, coma alguien se me acercaba rápidamente. Deje de beber y me levante.
Lo primero que hice fue mirar mi ropa. Estaba intacta, no se me había hecho ningún agujero, ni nada.
Jasper apareció de la nada y me miro con los ojos como platos. Me miraba de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, sorprendido. Luego de quedarse un rato mirándome, corrió la vista hacia mi lado.
- Viste que había un animal grande. Era un puma.
- Pero... desde donde estábamos no se escuchaba lo que había por acá. Por eso te dije que no había ningún animal grande.
- Ah. ¿Viste como lo hice?
- Sí. Y es realmente sorprendente. No tienes ningún rasguño, ni nada. Ni una mancha de sangre.
- Pero ¿no viste mi maniobra?
- Llegue un poco tarde. Corres más rápido de lo que esperaba, por eso llegue tarde. Pero contadme lo que hiciste.
- Vine corriendo hacia aquí y me subí a la rama que esta por allá –señale una rama que estaba encima de mí –y luego me tire y le mordí justo en la garganta. Al caer de arriba, el puma no podía rasguñarme, ni hacer nada para sacarme de su lomo. Fue todo muy sencillo, y estuvo realmente bueno. Mi garganta ya no arde más.
- ¿No te arde más? –pregunto sorprendido
- Ahora no, pero no tenes una idea de cómo me ardía cuando el puma estaba vivo. En un momento tuve miedo.
- Miedo. ¿De que?
- De que las llamas que me habían atrapado cuando me transforme, volvieran a consumirme y que el dolor apareciera otra vez.
- Bueno, eso nunca más va a volver a suceder. Si no tienes más sed, ¿queres que vallamos a casa?
- Sí por favor. Tengo un poco de sueño.
Estábamos más cerca de lo esperado gracias a mi caza. Habíamos ido hacia el este y habíamos terminado en el oeste. Los dos juntos corríamos, pero cuando vi a Jasper que estaba haciendo un esfuerzo bárbaro por mantener mi velocidad y que por poco se iba a poner exhausto, baje la velocidad.
Ir a la velocidad de Jasper era como caminar rápidamente.
- Gracias –dijo imitando a un chico después de correr una maratón de cinco kilómetros.
- Jaja. De nada.
Faltaban trescientos metros para llegar a la casa. Vi como Emmett se asomaba a cada segundo por la ventana, buscando algo. Rose hacia lo mismo que Emmett, pero mucho más disimulada. Cuando estuve a doscientos metros de la casa, vi como Emmett salía desesperado por la puerta principal y me miraba.
La primera mirada fue de enojo, y la segunda de sorprendido.
- ¿Por que esta enojado conmigo Emmett?
- He... que te lo explique él. –dijo excusándose.
Llegue a la casa y Emmett me dio un fuerte abrazo, luego me separo de él de la nada y me miro de arriba hacia abajo y viceversa. No me dijo nada al principio pero sabia que algo le rondaba por la cabeza y quien sabe si era algo bueno o malo.
- “Es sorprendente, no trajo la ropa manchada, seguro que cazo un alce muy chico” –mi mente me dijo.
¿Qué? ¿Y eso?
Sabia perfectamente que podía estar un poco loca, con las cosas que hacia cualquiera diría esta está loca, pero que mi subconsciente me dijera algo, que ni siquiera esta bien. Si que es una locura.
No le di mucha importancia a lo de mi subconsciente, tenia demasiado sueño, como para hacerme preguntas y que mi locura me respondiera. Así que fui directo a mi habitación y me tire en la cama vestida –no-tenia ganas de cambiarme –, cerré los ojos y...

Sentía como mi piel se calentaba al rayo del sol. Abrí muy lentamente los ojos. La luz del sol iluminaba la mitad de la habitación, había un lado de la cama que se mantenía en las sombras. Ahí me percate de que había alguien al lado mío.
Renesmee estaba tapada con las sabanas da la cama y estaba dormida. Sus párpados cerrados eran hermosos.
Todavía los párpados me pesaban. ¿Qué es lo que me pasa? ¿Qué esta haciendo ella acá? ¿Hay no entiendo nada?
- Renesmee quería dormir con vos. No te molesto ¿no? – dijo la voz que aún no había reconocido.
Enseguida me di la vuelta para ver quien era la que me hablaba. Estaba Bella apoyada sobre el marco de la puerta mirando a su hija dormida.
- Por supuesto que no me molesto. Pero... no sabia que había venido, me habría quedado despierta si la hubiera visto.
- Ella te vio a vos. Estaba muy preocupada anoche. Jamás la había visto tan impaciente. Esperaba a que llegases.
- ¿De verdad? – le pregunte sorprendida
- Sí. Ahora ve, que Emmett te espera abajo. Yo bajo con Renesmee en un rato.
- Bueno.
Me levante de la cama y me cambie de ropa. Me puse un vestido azul que me llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas y unas sandalias con un poco de taco. Cuando me mire al espejo para ver si estaba presentable, algo me asusto. Mi pelo parecía un espantapájaro viviente. Tome el cepillo del baño y empecé a cepillarme. Tironee de él para que saliera de los nudos que tenia en el pelo. Estuve unos cuantos minutos tratando de sacar todos los nudos que tenia, hasta que lo logre. Luego de lograr sacar los nudos, me hice un rodete y lo abroche, para que se sujetara.
Baje las escaleras de dos en dos. Me dirigí hacia la cocina. En ese corto trayecto, mire por la ventana grande que tal estaba el día. No había ni una sola nube, el cielo estaba completamente celeste.
Entre a la cocina y vi que Emmett se había puesto unos jeans color azul y una remera blanca que tenia una estampa de un bate de béisbol. Me espera con el cuenco, los cereales, el yogurt y la cucharita.
En la cocina estaban casi todos. Faltaba Bella, que estaba arriba y Alice que no sabia donde estaba.
Me serví los cereales y el yogurt al mismo tiempo y comencé a comerlo rápidamente, tenia hambre. Antes de introducirme la primera cucharada, mi estomago gruño.
- ¿No creen que Lucía pueda ir al instituto? –pregunto Alice, que recién entraba.
- Yo creo que sí. El otro día lo manejo muy bien con los humanos. –agrego Emmett.
- Yo digo que no –comento Jasper de una forma no muy normal.
- ¿Por qué? –pregunto Rosalie medio enojada.
- No les conté nada de lo de ayer, porque quería que estuviera Lucía para explicármelo a mí también. –contesto Jasper.
Nadie comento nada, y yo no podía decir nada, los cereales se me habían atragantado en la garganta y el aire no me pasaba y no podía hacer que las palabras salieran de mi boca. Jasper al ver que nadie decía nada decidió continuar con el discurso de porque no podía ir al instituto.
- Bien comencemos por el principio. Ayer yo la lleve a cazar, ¿sí? Bueno la lleve al este a cazar. Emmett me dijo que no la llevara a ningún lugar donde había animales grandes. Y eso hice la lleve hacia el este, ahí no hay casi ningún felino. Al principio ella se quedo parada un buen rato en el porche de la casa. Pero luego en menos de dos segundos estuvo a mi lado.
» Le dije que cerrara los ojos y que oliera y me dijera que era lo que olía. Y no tienen ni idea de lo que me respondió. Me dijo que se oía un arroyo que había cuatro alces tomando agua y un animal grande que les rondaba.
- Entonces no cumpliste tu promesa –lo reto Emmett.
- ¿Podes esperar a que te cuente toda la historia? –le acuso Jasper –si cumplí tu promesa. La lleve a un lugar donde había como siete alce y ningún carnívoro había ahí. Había recorrido el terreno por eso, verifique que no haya ningún felino cerca de ahí cazando.
»Al principio no entendía lo que me decía. Yo olía y no había ningún felino y ningún arroyo se escuchaba, y encima de todo no había cuatro había siete alces. Yo le dije que no había ningún felino y ella me dijo que lo había. Salió corriendo a toda prisa hacia el oeste. Corre mucho más rápido que vos Edward, te lo aseguro.
Se fue muy al oeste, me llevaba unos cien metros de distancia, no lograba alcanzarle. Primero que no entendía nada, ¿cómo podía oler algo tan lejos? En un momento pensé que había captado el olor a Jacob, pero era imposible, yo no olía nada feo por ahí.
Después cuando volví mirar por donde ella venia corriendo, me encontré con que no estaba. Pare de correr y seguí su olor. Fue muy difícil seguí su olor, cuando pasa casi no deja rastros.
Cuando la encontré, estaba sobre un puma. Era grande, ella estaba más que ilesa, estaba contenta por haber hecho flor de maniobra para atacarle.
- ¿Qué maniobra hizo? –pregunto Carlisle impresionado
- Se trepo a un árbol y lo ataco desde arriba, comiéndole el cuello de una forma en la que el puma no podía atacarle con nada. Así que lo dejo indefenso con eso.
- Es sorprendente –dijo nuevamente Carlisle, pero ahora con palabras y no con la expresión –. Ella tiene los sentidos más agudizado que el de todos nosotros.
Edward me estaba volviendo loca, nadie le prestaba ni la más mínima atención. Se movía de aquí para allá, con la mano en la cabeza, como si le doliera o algo por el estilo. Que yo sepa los vampiros nunca eran tan inquietos, a parte Edward tenia un don que no lo podía sacar de quicio o por ahí si, porque no le gustaba nada lo que pensaba el otro, pero este no parecía ser el caso, algo le taladraba la cabeza.
Tenia gana de gritarle. Pero no me lo aguante.
- ¿Puedes quedarte quieto? Por favor –le grite molesta.
- Y vos podes decirme que es lo que estas pensando –me contesto también con un grito.
Todo el mudo se quedo callado por un segundo que fue eterno. Emmett se paro de la silla y se puso frente a mí, cubriéndome de Edward.
- Hey cuidadito como le hablas. A parte que te importa lo que piensa. Si piensa mal de vos aguántatela. –Emmett se quedo callado otros dos segundos mas, que también me parecieron eternos – espera. Vos dijiste ¿dime lo que estas pensando?
Edward asintió con la cabeza.
- Cuando Lucía esta despierta su mente se mantiene en blanco, como sí nunca pensara. Pero cuando duerme, los sueños que tiene o lo que su cabeza piensa o hace, lo sé todo y por encima de todo eso, lo grita.
- Eso es sorprendente –volvió a repetir Carlisle.
Hasta ese momento no había dado bocado a las conversaciones que estaba yo como tema principal. Había solo una pregunta que quería saber. Pero si lo hacia revelaría lo que nunca hubiese querido contar.
- Entonces ¿sabes lo de mis pesadillas? –le pregunte –. Lo siento, no puedo controlar mis sueños, ellos solo aparecen.
- No, perdona yo fui un bruto en hablarte así. Perdón.
Si Edward había podido leerme la mente cuando dormía, eso solo significaba una cosa. Había vivido conmigo todas mis pesadillas.
Las pesadillas más infernales, en la cual había matado a Emmett y a Rosalie y encima vio mi sueño de hace dos noches también.
Oh no.
El pánico y la vergüenza se me vinieron encima. La sangre me subió a las mejillas y sentí que mí propia sangre me quemaba, esto me produjo mucho calor. Y cuando tenia calor mis mejillas se ponían aun más coloradas que cuando me sonrojaba.
- ¿Te sucede algo? –me pregunto Edward
- Es solo... es que... ¿Contaste mis sueños? –le pregunte tartamudeando y con mucha duda.
Él no podía haberme hecho eso –me grito mi conciencia. ¿ Y sí se lo había contado a Emmett o a Rosalie el sueño en el cual los había matado? ¿Y si ahora ya no me querían más y solo simulaban para no quedar mal?
- No, no se lo conté a nadie.
Las palabras de Edward me tranquilizaron. Emmett y Rosalie no fingían quererme, era de verdad que me querían.
No se lo ha contado a nadie, repetí varias veces para tranquilizarme.
- Bueno entonces esta todo bien.
- ¿Qué esta todo bien? –volvió a gritar Edward –No te puedo leer la mente cuando estas despierta, pero sí cuando estas dormida ¿Eso es estar bien?
Edward estaba sacadísimo, en toda la semana que había transcurrido con los Cullen, jamás lo había visto así. Mientras que Jasper trataba de calmar a Edward, que lo fue logrando poco a poco, yo seguí paralizada –solo en mi mente -¿Cómo era posible que Edward no pudiera leerme la mente? ¿Por qué se habían sorprendido por mi caza? Ahora que Edward no podía leerme la mente ¿Me odiaría? Y de ahora en más ¿Me querrá y me tratara como lo había hecho hasta ahora?
Todas esas preguntas eran realmente absurdas. Él siempre me iba a tratar como me había tratado hasta ahora, las cosas no iban a cambiar por que él no podía leerle los pensamientos ¿no?
Bella abrió la puerta y paso dentro de la cocina pero se quedo sosteniéndola para que pasara Renesmee. Ella tenia el enterito rojo que le había regalado ayer cuando yo no estaba. En realidad se lo había comprado para regalárselo y dárselo en las manos yo ayer, pero me dormí y seguro que Rosalie se lo había dado.
- Té queda hermoso Renesmee –le elogie y olvidándome lo que le inquietaba a Edward.
- Luli –grito.
Vino corriendo hacia mi y yo abrí los brazos inmediatamente y ella se acomodo en el hueco que hacían mis brazos perfectamente.
No le preste ni la más mínima atención a la discusión que se había hecho y salí con Renesmee fuera de la cocina y luego fuera de la casa. Ella me mostró una imagen en donde íbamos las dos juntas tomadas de la mano, caminado por el césped. No cabía duda que era lo que quería, así que hice lo que me pidió. La baje de mi regazo y la imagen que había visto recién se había hecho realidad.
Estuvimos caminando por todo el bosque, pasamos por un lugar donde había una inclinada y se nos ocurrió a las dos la misma idea. Nos acostamos en el suelo de costado y nos tiramos por la bajada que tenia la inclinada. Las ramitas y las espinillas que eran muy comunes en ese bosque, no nos afectaba en nada, el suelo parecía algodón para nuestra piel. Por ahí para un humano hacer lo que estábamos haciendo era como si te estuvieras suicidando, pero para nosotros los vampiros, nada nos dolía. Los únicos que nos podían destruir eran los sentimientos de una persona y otro vampiro.
Después de hacer esa revolcada, fuimos y nos sentamos en unas piedras gigantes y empezamos a hablar. En mi vida había escuchado tanto tiempo una voz tan hermosa como la de Renesmee. Lo que mayormente hablamos fue de la vida de ella, me contó como había sido el parto y mostrándome las imágenes, también me contó como fue la imprimación con Jacob y las imágenes también me las mostró.
Cuando me mostraba las fotos del tal Jacob, me moría de celos. Que suerte que tenia Nessie al estar con el chico más hermoso del universo. Su sonrisa era realmente hermosa, esos dientes blancuzcos que mostraba cada vez que sonreía, me enloquecían. Después de todas esas imágenes, me las volví a grabar en mi mente.
Renesmee también me contó que casi había habido una lucha, y todo por culpa de ella.
Yo le contradije y le prohibí culparse otra vez.
Después de hablar un buen rato, nos dimos cuanta que faltaban solo unas horas para que se produzca el crepúsculo. Todavía se veía el sol. Era hermoso verlo ahí, el sol parecía una bola muy grande y anaranjada.
Cuando estábamos regresando, algo paso y nos hizo quedar paralizadas, bueno mejor dicho me hizo quedar paralizada, porque Renesmee se acercó al animal, como si lo conociera.
Era un animal grande, por momentos parecía un oso grande, su pelaje era gisaseo pero si lo mirabas bien parecía un lobo gigante. No me agarro sed cuando lo miraba.
Renesmee le acariciaba la melena que tenia y parecía quererlo al lobo. Yo seguí quieta como una piedra. Mis músculos no reaccionaban, pero algo de mi instinto sí reacciono. Las aletas de mi nariz se dilataron y olfatee.
El olor de Renesmee era delicioso, pero el otro olor que venia hacia mí me producía hedor. Al sentirlo arrugue la nariz y volví a la realidad.
Nessie estaba con un perro gigante y yo acá parada haciendo nada. El perro podía hacerle daño y todo iba a ser mi culpa. Recordé lo que había dicho Jasper hoy. Corre mucho más rápido que vos Edward. Si corría rápido, podría llevarme a Renesmee y que el lobo gigante no nos alcanzara.
El lobo desde que habia llegado no se había percatado en mi , sola la miraba a ella. Así que aproveche la situación y salí corriendo en dirección a ella, la tome por la cintura y salí a toda velocidad, siguiendo el rastro que habíamos dejado antes.
En menos de dos minutos estuvimos frente a la puerta de la casa. Alice estaba fuera sentada en los escalones cuando nos oyó giro la cara y se quedo mirándonos. Tenia la mirada débil, sus ojos parecían querer llorar.
- Entra en la casa –le susurre en el oído a Renesmee antes de llegar a donde estaba Alice.
Renesmee me hizo caso y entro. Yo me senté al lado de Alice y me apoye en su hombro.
- ¿Qué es lo que pasa? –le pregunte triste por ella.
Ella no me respondió, siguió mirando a la nada, como si yo no estuviera. Desee tanto tener el don de Edward y poder ayudarla en lo que tanto le entristecía.
- ¿Por qué todos tienen una familia y yo no? Todos tienen a alguien a quien apañar y o no tengo nada, solo lo tengo a Jasper. Pero quiero un niño o niña lo que sea pero quiero a alguien a quien regalarle todas mis cosas y querer ser mamá algún día.
Cuando termine de escuchar eso. Me puse mal, las lagrimas me caían por las mejillas. Me levante y me puse detrás de ella, coloque mi cabeza sobre su hombro y la abrase con fuerza.
- Ya va llegar el momento en que vos seas mamá –le susurre en el oído respondiendo a lo que me había dicho –ya vas a tener a alguien a quien apañar, y regalarle cosas. Solo tenes que esperar un poquito, los sueños siempre se cumple.
- ¿Qué? ¿Cómo sabias que estaba acá por eso? –me dijo sorprendida
- Me lo acabas de contar –le dije confundida -¿Acaso no lo recuerdas?
- ¿Qué? Yo no te conté nada, ni siquiera hable.
Ahí caí en la cuenta. Había pasado lo mismo ayer a la noche cuando quería saber lo que pensaba Emmett. Y ahora había sucedido con Alice. ¿Qué era lo que me pasaba?
- ¿Cómo que no hablaste? No entiendo nada. ¿Qué es lo que me esta pasando? –las palabras salían atropelladas de mi boca, estaba más confundida de lo esperado.
Alice se paro y me ayudo a levantarme. Mi cuerpo no reaccionaba, pero al fin logre levantarme. Caminamos despacio hacia la puerta y cuando estuvimos frente Edward la abrió de golpe.
Su cara representaba la confusión en persona, todo su cuerpo estaba confundido. Edward me miraba de arriba hacia abajo y viceversa, pero en ningún momento se acerco a ayudarme, hasta que Alice le dijo.
- ¿Pensas ayudarme?
Me ayudaron a entrar a la casa y me pusieron sobre el sofá, ahí me recostaron boca arriba.
- Llama a Carlisle, algo tiene esta chica. –le ordeno Edward a Alice.
Ella se fue de la sala y entraron otros dos más. Eran Emmett y Rosalie. Llegaron en menos de dos segundo a mí lado. Rosalie me tomo de la mano y me la apretó.
- Esta que hierve –dijo Rosalie con un tono de inquietud en la voz.
En ese momento volví a la realidad. Mi corazón latía como un colibrí batiendo las alas, el ruido de este me estaba matando. Tenían que tranquilizarlo con algo.
Claro, ¿Cómo ellos iban a tranquilizar mi corazón? Ellos jamás iban a poder hacerlo, yo era la que me tenia que tranquilizar, para que mi corazón dejara de aturdirme con los latidos.
Ahora la sala estaba llena, la familia entera estaba viéndome y seguro escuchando como mi corazón latía.
- ¿Sé esta produciendo la parte de la transformación que faltaba? –pregunto Edward impaciente por saber
- Lu mi amor –me llamo Rose –¿Te duele algo?
Negué con la cabeza, no encontraba la boca y menos la garganta para poder decir alguna palabra.
- ¿Seguro que no te duele nada mi amor? –volvió a preguntar Rosalie.
- Segura –logre articular.
Mis músculos estaban agarrotados y mi mente le daba vuelta a todo. ¿De donde había escuchado eso? ¿Mi conciencia lo había inventado? No, no. Eso era imposible, Alice había dicho algo que me había confirmado lo que había “escuchado”, pero el tema es que no sabia si realmente lo había escuchado.
- Contadme lo que realmente paso y no cuentes tus pensamientos –hablo Edward ya tranquilo.
En ese momento me senté y la mire Alice asustada, ella me devolvió la mirada, pero no estaba asustada. Mirándola mis músculos se fueron relajando poco a poco sintiéndose otra vez en confianza con mi cuerpo. Alice al ver que me tranquilizaba cada vez más, decidió hablar.
- Yo estaba sentada en las escaleras y luego vino Lucía, se sentó al lado mío y se quedo ahí apoyada sobre mi hombro. Yo estaba pensando en algo, pero ninguna de las dos habíamos hablado. De un momento a otro ella se paro, se puse detrás de mi y me susurro al oído un comentario con respecto a lo que había pensado –hizo una pausa y me miro –. Ella pensó que se lo había dicho. Por momentos creí que se había dado cuanta, pero cuando le pregunte en que momento se había dado cuenta que estaba así, y ella me respondía que se lo había dicho recién. Y ahí caí en la cuenta. Lucía me había leído la mente.
Cuando termino de decir eso, mi corazón se detuvo por completo. Mis latidos ya no se escuchaban y mi respiración había cesado. Los pulmones me pedían aire, pero yo no se los daba. No quería respirar.
- Lucía respira –me grito Emmett.
Solté todo el aire que estaba reteniendo y comencé a respirar nuevamente, pero muy agitada y mi corazón también volvió a latir, pero lo hizo tan fuerte que por poco no me rompió las costillas.
Todo esta bien me dije todo esta bien, me repetí varias veces en mi cabeza. Estaba tan agitada, mis pulmones no habían tenido oxigeno por quien sabe cuanto minutos o segundos.
- ¿Lucía? ¿Estas escuchando mis pensamientos?
Trate de concentrarme en lo que me había dicho, pero la habitación me daba vueltas y la cabeza me dolía demasiado.
- No lo sé, pero no... – y volví a tumbarme en el sofá.
Las luces se apagaron, reinaba la oscuridad en mi mundo. Pero, luego me di cuenta que la oscuridad era porque había cerrado los ojos.
Los abrí muy lentamente y mire a mí alrededor. Estaba boca arriba, sobre el sofá y toda la familia Cullen me miraba.
Las miradas eran diferentes, aunque algunas coincidían. Tanto Rosalie como Emmett me miraban de la misma manera. Estaban realmente preocupados, aunque en los ojos de Rosalie había más sentimientos, uno era el dolor. Carlisle me miraba sorprendido, después Jasper trataba de concentrarse en algo. Alice, Bella y Esme tenían la misma mirada de siempre, de honestidad, de dulzura, aunque ahora con un poco de preocupacion. Edward tenia la vista perdida, pero tenia los ojos puesto en mí.
Me levante muy suavemente procurando no volverme a marear. Rosalie me ayudo a levantarme y me puso un paño frío en la cabeza. Mi sangre me quemaba las venas y las arterias, y el paño que me había puesto me lo tuvo que sacar rápidamente porque de lo frío que había estado ya no quedaba nada, estaba que hervía.
- Esta decidido, mañana va a ir al instituto –dijo Alice ya despreocupada.
En este caso nadie hablo, todos miraban a Alice menos yo, que miraba a todos.
- ¿No entiendes Alice? –grito Jasper.
Los oídos me dolieron y la cabeza me ardió a todo pavor.
- Mira lo que paso recién y vos queres llevarla al instituto – volvió a gritar, pero esta vez si me tape los oídos.
- Ella es distinta Jasper –dijo con vos suave, ya que me había visto taparme los oídos –su reacción es más humana que vampiros. El que no lo entiende sos vos.
Luego Alice se dio vuelta y me miro por un minuto entero. Su mirada era casi tan atrapante como la de Rosalie.
- Lu, creo que deberías ir a dormir. Mañana tienes que levantarte temprano.
Me pare, y me dirigí hacia las escaleras, pero entes de llegar, la habitación se me dio la vuelta y me tambalee. Casi me caigo pero Rosalie estuvo ahí en ese segundo y me sostuvo. Me ayudo luego a subir las escaleras y me recostó en la cama cuando llegamos. Me tapo con las sabanas y me dio un beso en la frente.
- Buenas noches mi amor –dijo –, dormí que mañana vas a ir al instituto.
Rosalie me puso el CD de Reik a un volumen bajo y me dormí rápidamente.

Estaba en un lugar muy luminoso, cuando abrí los ojos. Estaba frente a mi casa. A mi casa verdadera, mis hermanos estaban en la puerta, todos corriendo, como si yo no estuviera ahí. Todos estaban muy felices. Nadie se preocupaba por nada. Mis papas estaban sentados en el banco que había cerca de la pileta tomando mate. Sofía estaba tirada en una lona, al lado de la pileta y leyendo un libro. Después los demás corrían por alrededor de la pileta y algunos estaban nadando.
¿Por qué están en la pileta ahora? ¿No están en invierno?
No, no. Ni Rocío ni jazmín tenían los labios violetas, y eso quería decir que no hacia frío. Pero yo sí tenia. Un escalofrío pasaba por todo mi cuerpo, me estremecí y todo se apago.
Había vuelto a la realidad, solo había sido un sueño lo que había visto.
Una mano me acaricia la mejilla, iba de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. Abrí los ojos y era Rosalie la que me acariciaba.
Al ver que me había despertado, tuvo intenciones de pararse, pero la detuve. Le abrase fuerte y le di un beso en la mejilla.
- Buen día mamá –le dije con alegría.
- Buen día –dijo también con alegría –a levantarse que tenes que ir al instituto.
Se soltó de mi abrazo y se paro. Se dirigió hacia el ropero y lo abrió de par en par. Con solo verla ya sabia lo que había significado esa actitud. Tenia que elegir la ropa adecuada para ir al instituto.
Me puse un vestido corto y de color negro, pero al ver la cara de Rose, me di cuenta que no combinaba. Después me puse un pantalón de vestir y una camisa y cuando me mire en el espejo era un espanto. Después me puse una calza negra y un vestido corto azul.
Rose sonrió al verme. Ahora me tocaba buscar los zapatos. Me probé unas chatitas de color negro, pero Rose negó con la cabeza. Realmente no quedaban mal, pero si mi mamá lo decía. Me cambie y me puse unas sandalias blancas que tenían poco taco, y paso lo mismo que cuando me mire al espejo, no me quedaban bien, el modelo de la sandalia no combinaba con el modelo de vestido que me había puesto. Cuando mire hacia el lugar donde estaba Rosalie me di cuanta que no estaba, pero después de un segundo llego con unos zapatos de taco alto en las manos. Me los tendió y me los puse.
Me quedaban perfectos. Me sentí re alta con esos zapatos, estaban buenísimos. Jamás había usado unos con tanto taco. Bueno hasta ahora mis padres biológicos jamás me habían dejado utilizar unos.
- Emmett te va a matar si te ve así, pero no importa, yo te dejo ir así. Toma dale esta excusa del tapado –y me tendió un tapado negro y largo –. Ven a desayunar, no sea que muerdas a alguien porque no te di de comer.
Bajamos las dos las escaleras riéndonos y nos dirigimos a la cocina. Rosalie paso primero y me sostuvo la puerta para que pasara.
Emmett cuando me vio los ojos se le salieron de las orbitas.
- Antes de que me digas algo, tengo este tapado –mientras lo levantaba con el brazo y se lo mostraba – largo para que nadie me vea mucho ¿si eso te parece? –pregunte al final porque lo había dicho casi todo con una afirmación y no como una pregunta, no quería que se enfadara.
- Si, me parece. Pero te lo pones antes de salir de casa.
- Bueno, papá –le dije riendo
Emmett sonrió de oreja a oreja cuando escucho la palabra papá. No me sentía incomoda al decirla, y eso que ya tenia padres. Me sentaba bien.
Cuando termine de desayunar Esme me dio un beso en la mejilla y se fue de la cocina, luego vino Alice e hizo lo mismo que Esme. Me levante de la silla y me dirigí hacia Emmett.
- ¿Vamos? –le pregunte.
- Sí, sí. Vamos.
Tomo una campera y me empujo hacia fuera de la cocina, luego tomo del codo de Edward y también lo arrastro con nosotros. Ahora éramos dos los que arrastraba Emmett. Cuando llegamos al auto Emmett me miro, como si me estuviera dando una indirecta.
- Ah, me tengo que poner el saco ¿no? –le dije entendiendo la indirecta.
- Sí –me respondió medio enojado, medio alegre.
Nos subimos al jeep de Emmett y Edward condujo a gran velocidad por la carretera. En menos de cinco minutos ya estábamos frente al instituto.

El Aroma

Me despertó una caricia en la mejilla, pero no era cualquier caricia. Era fría. Esto me hizo darme cuenta de que tenia demasiado frió y se me erizó el vello. Abrí los ojos muy suavemente y me di cuenta de que estaba encima de alguien.
- Buenos días dormilona –me saludo Jasper.
Era claro, había dormido encima de Jasper, y eso quería decir que ya no estaba enfadado conmigo. Sonreí para mí. Jasper ya no podía estar nunca más enojado por mucho tiempo conmigo.
Él me devolvió la sonrisa. Se levanto y a mí también. Me condujo hasta la cocina en brazos y cuando estuvimos frente a la banqueta, me sentó muy delicadamente.
Desayune mis cereales con yogurt. Nadie había hablado mientras yo desayunaba y eso me preocupaba. Levante la vista y me estaban mirando. La baje inmediatamente y sentí como la sangre me subía a la cara.
- Lu –me llamó Edward. Levante la vista inmediatamente –mañana vas a conocer a Renesmee.
- Bueno –le conteste sin pensar.
Después de un segundo entero, caí en la cuenta. Iba a conocer a la hija de Edward y Bella. La niña semihumana de nacimiento.
- Alice dice que todo va a salir bien, y que tiene muchas ganas de salir de compras contigo.
- ¡Me vas a presentar a tu hija! –le dije sorprendida –y... ¿Qué pasa si le hago daño?
- No le vas a hacer nada. Lo vi. Te vas a llevar muy bien con ella. –me contesto Alice
Bueno si lo vio ella, esta todo bien. Es ella la que sabe el futuro. Tome aire y un olor muy dulce y empalagoso me abrumo por completo la mente. Me estremecí.
No había olido nunca un olor tan delicioso. Lo quiero me grite en mi fuero interno.
Emmett me abrazo fuerte.
- ¿Qué té pasa Lu?
- Lo quiero –le conteste, todavía aturdida por el delicioso aroma –lo quiero –le volví a repetir.
Mi garganta empezó a arder de una forma que me hubiera gustado arrancármela. Cerré los ojos para poder controlar lo que sentía y poder concentrarme.
Escuche como siete personas de levantaban al mismo tiempo. Unas se iban de la cocina y otras se dirigían hacia mí. Pude identificar que Edward y Bella se me acercaban. Y que Alice y Jasper se habían ido. Carlisle, Esme y Rosalie hablaban en una esquina de la cocina.
Ya me había controlado. Mi mente ya no estaba tan aturdida. Pero cuando Bella estuvo a casi medio metro de mí, el olor volvió.
Era tan delicioso, tan empalagoso. Sabia que si yo mataba a la persona que tenia tan delicioso olor, me haría daño a mi misma.
No me estremecí esta vez, pero puse los ojos como platos. Estaba Emmett al lado mío, aun abrazándome. Edward y Bella estaban frente a mí mirándome perplejos.
- ¿Qué es lo que quieres? –me pregunto Edward.
- Él... el –tartamudee –el aroma. Es delicioso. Lo quiero tener.
- ¿Qué aroma? –volvió a preguntar. Pero ahora ansioso
- Bella lo tiene. –le conteste –ella tiene tres aromas distintos. Uno que seguro es el de ella. Otro que esta un poco y también es rico, pero tiene el otro, muy poco concentrado, pero lo tiene y lo quiero para mí. Me abruma la mente.
Se me quedaron mirando, sorprendidos por lo que había dicho.
- Es verdad. Bella tiene el olor de Renesmee y el de Jacob. Pero no tienen que parecerles todos deliciosos. Hay uno que le tiene que producir hedor y ese el de Jacob. ¿No lo entiendo? –concluyó Edward.
Ya me había controlado completamente. El olor seguía pero podía controlarme.
- Alice me parece que vamos retrasar la visita de Renesmee acá.
Alice apareció de la nada y se puso frente a Edward
- Nunca –le contesto fieramente. –después de que Renesmee venga acá, ella va a salir conmigo a comprarse cosas.
Emmett me saco de la cocina tomándome de los brazos. Me llevo hacia su habitación, la habitación que últimamente dormía yo.
Me sentó en la cama y el se dio vuelta. Dándome la espalda. Primero se quedo quieto como una estatua con la mano en la frente, pero después empezó a caminar por toda la habitación. No me miraba y yo le seguía con la mirada.
¿Qué es lo que pasa? Me pregunte.
- ¿Enserio te parece rico el aroma de Jacob? –me pregunto, apareciendo de repente frente a mí.
- No sé de quien es –le respondí a la pregunta –pero ninguno me pareció horrible ¿Debería?
- Sí debería parecerte uno horrible. Debería producirte hedor –casi gritando. Se estaba yendo de las casillas que lo mantenían sano de violencia.
Después de esto. Me miro con curiosidad y al ver que no respondía nada a eso, se fue de la habitación. Dejándome sola en ella.
Me recosté sobre la cama tendida y cerré los ojos para aclararme las cosas.
¿Por qué el olor de Jacob debía producirme hedor? ¿Qué era lo que pasaba? ¿Por qué Emmett se había sacado de sus casillas al saber lo del aroma? ¿Cómo sabían que era el olor de Jacob el que me producía tal movimiento? ¿Por qué se había enojado conmigo?
Me hice tantas peguntas, que me maree. No podía responderme ninguna de las preguntas. Para saber las respuestas tenia que preguntárselo a Emmett o a Edward. Pero no-tenia gana de comerme el enojo de Emmett.
Abrí los ojos y vi como alguien me miraba parado que estaba frente a la cama.
Rosalie se agacho y me puso una mano en el rostro, puso el dedo pulgar por debajo de mi ojo derecho y lo paso como un parabrisa.
- No tenés por que llorar.
No me había dado cuanta de que estaba llorando. Y tampoco de que alguien había entrado en la habitación cuando me estaba haciendo las preguntas.
Me senté y le abraza muy fuerte mente. Ella se sobresaltó, pero luego me respondió con un abrazo también.
Las lagrimas se desbordaron más aun. Cuando me di cuanta de que estaba mojando la ropa de Rosalie, deje de abrazarla y me despegue de ella. No me soltó del todo, sus manos seguían en mi espalda pero sus brazos estaban estirados.
Me saque las lagrimas de los ojos con las manos y me quede mirándola.
- No llores más. –me dijo –si Emmett te ve se va a poner como loco. Odia verte mal.
- Pero ¿No esta enojado conmigo?
- Para nada. El solo esta un poco molesto, pero nadie puede enojarse mucho con vos. Eres tan dulce.
Sonreí por lo que me había dicho. Una de las preguntas que me había hecho estaba respondida.
- Ahora ve y juega un poco con el a la play. Así se calma un poco. Se divierte mucho con vos. Le haces sentir como... –y dejo de hablar.
Me levante y me dirigí hacia abajo, dejando pasar lo que me había dicho Rosalie. Lo iba a dejar para otro momento. Ahora mi objetivo era calmar a Emmett, a la persona que más quería en la familia, a parte de Rosalie que la quería igual que a Emmett.
Estuvimos jugando toda la tarde. De diez partidas de ajedrez le gané siete. Después de eso habíamos jugado a la play. Los autitos chocadores estaban buenísimos jugarlos ahí. En esto él me ganó siete y yo solo tres. Había logrado el objetivo.
Ya eran las ocho de la noche cuando terminamos de jugar, así que fuimos a cenar, – mejor dicho, fui a cenar –los dos juntos. En la cocina no había casi nadie, solo estaba Rosalie cocinando.
Me senté en una banqueta que estaba cerca de ella y los mire a los dos.
Los tres juntitos parecíamos una familia.
Emmett el padre, Rosalie la madre y yo la hija. Al pensar esto me di cuanta que los quería como si ellos lo fueran de verdad. No quería por nada del mundo que ellos se fueran de mi vida, ahora que los conocía. Por eso gritaba demasiado cuando tenia sueños malos con ellos. Ellos eran mis padres vampiros.
Mi madre me sirvió la comida que había hecho. Eran ravioles con salsa boloñesa. Me encanta estar en esta casa, me dije a mi misma.
Tenia todo lo que había querido tener. Una mama que me abrase cuando tenga pesadillas, un papa que juegue conmigo cuando yo quiera y que no este en otras cosas.
Todas esas cosas que tenia ahora pronto se me iban a ir otra vez. Apenas van tres días que estoy acá y ya les caigo bien a todos. ¿Cómo voy a reaccionar cuando me valla? ¿Cómo van a ser las cosas allá sin Rosalie y Emmett?
Me di cuanta de que me estaba preocupando de cosas que todavía faltaban casi un mes entero, así que lo deje pasar y comí lo que me habían cocinado. Se me hizo muy tarde el cenar. La hora que era me sorprendió mucho cuando Emmett me la dijo
- Bueno niña a dormir que ya son las doce.
Me tomo por debajo de mis piernas y puso una mano en mi espalda y me alzo. Me llevo en brazos hasta la habitación donde dormía y me recostó sobre la cama, me tapo con las sabanas y me dio un beso de buenas noches e la frente.
Me sentí muy aliviada cuando sus labios fríos tocaron mi frente. Era como si lo necesitara. Cerré los ojos y me perdí en el tiempo. No sé cuando me había dormido pero lo único que se es que esta noche no tuve sueño. Mi mente vagaba con las imágenes del día. Mayormente cuando capte el olor tan delicioso que tenia Bella.
Una luz plateada se asomaba por el ventanal grande. Había dormido tranquila y sin sueño malo. Me levante de inmediatamente y me cambie con la ropa que seguro me había dejado Alice. Me puse las hojotas que también estaban al lado de la cama.
Baje como un rayo las escaleras y en medio segundo ya estaba en la cocina. Estaban todos ahí. Mire uno por uno.
Ahí caí en la cuenta. Hoy iba a conocer a Renesmee. Los únicos que me miraban eran Rosalie y Emmett. Los demás estaban en sus cosas. Unos tratando de concentrarse, otros hablando.
Salude a todos con un Buenos días. Me fui a sentar entre Emmett y Rosalie. Ella me esperaba con mi cuenco de cereales y mi yogurt
Desayune muy tranquilamente. Todos estaban muy tranquilos, excepto Jasper que estaba como loco. Edward trataba de calmarlo mientras que Alice se enojaba con Jasper por no confiar en sus visiones. Emmett me miraba con curiosidad y Rosalie nos miraba a los dos. Esme estaba fregando unos platos y Carlisle le ayudaba. Hoy Bella no estaba, seguro que era ella quien traía a Renesmee.
El miedo que no me había asustado antes, se me acho encima. ¿Qué pasaba sí le hacia daño? ¿Y si le hacia daño me separarían de Emmett y Rosalie? ¿Me mandarían a otro lugar a aprender a ser un vampiro civilizado?
Como un instinto me abrase fuertemente a la cintura de Rosalie. Esta se sobresalto, pero me siguió el juego. Emmett luego de ver como abrazaba a Rosalie, nos abrazo a las dos juntas. Puso su boca al lado de mi oreja-
- No tengas miedos –me susurro
Sus palabras no me calmaron del todo, pero mayormente sí.
- Nadie nos va a separar –volvió a susurrar.
Ahora todos mis músculos se relajaron. No me iban a separa de mis padres si le llegaba hacer daño a... ¿mi prima?
Rosalie empezó a tararear una canción que no conocía, pero era muy hermosa, parecía –por el tono que tarareaba –una nana. Una canción para dormir.
Era la una de la tarde cuando me quise dar cuanta de que faltaba solo media hora para que Renesmee entrara por la puerta principal y quien sabe que iba a hace después. Yo no pero Alice sí. Jasper se había calmado por completo, pero el que ahora estaba impaciente era Edward. Se movía de un lado para otro. Le ofrecimos varias veces el asiento, pero todas las rechazo
- Ojalá pudiera leerle la mente - dije para mis adentros.
Cuando mire el reloj otra vez para ver cuantos minutos me quedaban.
- ¡Falta un minuto! –grite a todo pavor, Edward se sobresalto por un momento y luego se puso tenso. Quedo como en estado de shock
Afuera se escuchaba como alguien corría hacia nuestro encuentro. Me levante de un salto y Jasper estuvo frente a mí en un instante.
- Solo quiere huir –le contesto Edward a Jasper, como para que me deje hacerlo y que su hija no este en peligro
Bella ya estaba frente a la puerta cuando este concluyo. Emmett me tomo del brazo derecho y Rosalie hizo lo mismo pero con el izquierdo. No me opuse a su encarcelamiento, no quería hacerle daño a la niña que estaba fuera, esperando entrar.
Mis sentidos se agudizaron, las aletas de mi nariz se me dilataron y mi sentido auditivo también se agudizo y pude captar algo que Bella le decía, pero la pregunta me la había perdido.
- No tengas miedo mi amor, ella no es mala. Solo es como yo. –la tranquilizo.
Todos estábamos listos. Cuando Alice dijera que ya podríamos abrir la puerta
La sala quedo sumida casi en le silencio, solo que dos corazones y respiraciones muy agitadas lo rompían. No me sonaron las respiraciones exteriores, ya las había escuchado el primer día que había sido vampiro.
Edward se coloco frente a la puerta principal antes de que Alice rompiera el silencio.
- Ya pueden abrir la puerta –hizo una pausa –Lucía esta totalmente controlada, no va a hacer daño alguno.
Edward abrió la puerta muy despacio, pero la brisa que corría fuera era fuerte y el olor que trajo hacia mí, era delicioso.
Los ojos se me pusieron como platos al percibir el aroma, pero me quede estancada ahí, simulando todo dolor que producía en mí. Esta vez el olor era mucho más fuerte a comparación del que tenia Bella, pero este no era el de Renesmee. Ella tenia un olor muy parecido al mío, fuerte y floral, era rico pero no tanto como el que llevaba consigo.
Bella avanzaba muy lentamente por la sala y estuvo a dos metros míos y se estanco ahí.
Renesmee iba en los brazos de la madre. Era una niña de ojos marrones –como los míos –, tenia el pelo de color cobrizo y tenia rizos. Parecía una niña de tres años y no a una de meses. Pero era realmente muy hermosa.
Quise dar un paso hacia ella, pero antes de hacerlo me lo pensé dos veces. Si me adelantaba todos iban a pensar que quería matarla, así que me quede ahí parada mirándola.
La niña bonita que todavía no me había mirado, me miró por primera vez. Sus ojos flamearon al verme. Levanto su pequeña mano derecha y la poso sobre el pecho de Bella
- Viste, es tan hermosa como voz –le contesto Bella a Renesmee.
No le preste mucha atención a lo que le dijo, era la niña más bonita que había visto en mi vida. Estaba atontada por su belleza y como primerizo para mi cuerpo, el olor que traía con ella.
No iba a atacarle porque tenia el aroma, si no que lo quería tener cerca de mí y no alejarme más de él.
Trate de soltarme de las manos de Emmett y Rosalie, pero sentí como me tomaban más fuerte, cuidándome a mí y a la niña. Los mire.
- Estoy bien solo quiero verla de más cerca y poder abrazar a mi primita –después de soltar esto Emmett y Rosalie me soltaron inmediatamente, me tape la boca como si hubiera dicho algo mal y di un paso hacia atrás.
Todos me miraban y encima, sabían que no me gustaba, pero lo seguían haciendo. La sangre se me subió a las mejillas y seguro que me ruborice. No sabia como arreglar lo que había dicho.
Bella comprendió mi rubor en las mejillas y ella fue quien rompió el silencio que había provocado.
- No se queden mirándola –los reto
Durante tres segundos –que me parecieron una eternidad –siguieron mirándome fijo, pero luego volvieron a la realidad. Bella avanzo los pasos que nos separaban y me tendió a Renesmee
Apenas toco mi brazo que el rostro se le lumino con una sonrisa, tenia los dientes de leche muy blancos. Era hermosa.
El olor que traía, por un momento me volvió a aturdir, pero luego me alivió. Podía oler ese aroma cuando yo quisiese y lo iba a tener para mí. Abrase con un poco de fuerza como signo de bienvenida.
Su piel era blanca y muy suave, parecía algodón. Ni bien la veías querías tocarla para saber si la piel era tan suave como aparentaba. Pero su piel no era igual que la de los demás, era caliente. No había tanta diferencia de temperatura entre mi piel y su piel, la mía estaba por debajo de los grados que ella la tenia, pero no se iban a los grados que tenia Emmett, parecía un congelador. Aunque eso de congelador me venia bárbaro cuando tenia pesadillas.
Renesmee apoyo su mano sobre mi pecho, como lo había hecho con Bella.
Las imágenes pasaban muy rápidamente, pero se las veía con demasiada claridad.
Una era la imagen de Bella cuando tuvo a Renesmee, luego cuando la conocía y muchas imágenes más. Las de Edward, las del abuelo, de toda la familia. Pero había una foto que llamo mi atención. Era la de un chico alto de color piel rojiza que tenia el pelo morocho y corto. Renesmee mostraba muchas de este chico y me di cuenta que ese chico había imprimado a ella.
Me había gustado mucho, así que me grabe las imágenes – en la cual aparecía –en la cabeza. Sabia que no iba tener ninguna chance con ese chico, pero ¿Por qué no babosearse un rato con un amor platónico?
Todos después de unos minutos se tranquilizaron. Renesmee y yo nos llevamos muy bien. Estuvimos jugando un buen rato a la play las dos juntas, pero luego se sumó Emmett.
- Le prestas más atención a ella que a mí, por eso vengo a jugar. –me acuso.
Me reí por lo bajo, lo que había dicho Emmett significo solo una cosa. Lo que había dicho hace unas horas había quedado en el pasado y no me iban a sacar de ahí porque me había familiarizado mucho con ellos.
Alice tomo la cámara y nos empezó a sacar fotos a mí y a Renesmee. Al principio nos negamos, pero Alice hizo como que no nos escuchaba y siguió sacándonos fotos. Después cuando el juego terminó Alice nos ofreció hacer un desfile y esta vez aceptamos.
La casa parecía que dentro tenia una tormenta eléctrica. El flash no nos cegaba porque éramos vampiros, pero sino lo fuésemos ya estuviéramos ciegas. Renesmee se cambio varias veces de ropa, pero yo como no-tenia nada, me saque siempre con la misma.
Las fotos se disparaban muy rápidamente. Las poses que hacíamos algunas nos causaban tanta risa que por eso en muchas fotos salíamos tiradas en el suelo riéndonos.
Ese día fue unos de mis mejores. Había conocido a mi primita, había jugado con ella y no había nada que podía arruinar ese día.
A las ocho de la noche Rosalie me llamo para cenar.
- ¿Renesmee no come? –le pregunte
- No, ella no es como voz, ella caza –me explico.
Hoy Rosalie y Esme habían cocinado. Rosalie había cocinado las milanesas y Esme las papas fritas. Mi madre me había hecho dos milanesas porque había estimado que tendría un hambre terrible y era cierto. Me las comí en menos de diez minutos y Rosalie tuvo que hacer otra. Las papas fritas que había hecho Esme también habían desaparecido rápidamente.
Realmente tenia un hambre feroz. No había comido en casi todo el día por los nervios, solo había desayunado.
- Lu –me llamo Edward.
Cuando me di la vuelta para responderle me percate de que en la cocina no estábamos solo Rosalie, Esme, Renesmee y yo, estaban todo y mirándome. La sangre me volvió a subir a las mejillas.
- Sí –le conteste agachando la cabeza para que no vieran mi rubor.
- ¿Averiguarte de quien era el olor?
- Lo único que se es que Renesmee también lo tiene y mucho más concentrado que Bella, pero estoy completamente segura de que ese olor no es el de ella. Renesmee tiene un olor... –hice una pausa para poder decir a que se parecía –muy parecido al mío.
- Entonces por lógica, ya sabemos de quien es el olor –miro a todos y continuo –. Le prohibiremos a Jacob venir a esta casa hasta que por lo menos ella se valla.
A mi amor platónico no lo iba poder conocer jamás en la vida.
Después de cenar Renesmee y yo volvimos a la sala para ver un poco de televisión. Pusimos la serie de Zac y Coddy y nos reímos un poco cada vez que los chicos hacían una trampa y el que venia se la comía.
Cuando termino la serie, no lo sé, porque a la mitad de la serie que duraba dos horas me quede dormida.
Me desperté, la luz me pegaba en la cara. Me pelo estaba pegado a mi cara. Me lo saque de encima y me empecé a cambiar con la ropa que había otra vez en la silla de al lado de la cama.
También me di cuanta que ayer no me había dormido en la cama sino que en el sofá de abajo. Alguien me había llevado hasta aquí. Y por sobre todos me puse muy alegre cuando recordé que no le había hecho daño a Renesmee, y seguí cambiándome con mucho más entusiasmo.
Baje las escaleras a los saltos, mis pasos casi no se escuchaban ¿Cómo era eso posible?
No me importaba nada de eso ahora. Quería ver a Renesmee y pasarla tan bien como ayer. Entre en la cocina y todos se dieron vueltas para mirarme. El entusiasmo bajo y también baje la cabeza yo. Todos se rieron al mismo tiempo. Esta vez el que me esperaba con el cuenco de cereales y el yogurt, era Emmett. Me lo tendió cuando estuve cerca y lo tome con gracia. Desayune tranquilamente, todo estaba demasiado silencioso para ser una mañana perfecta.
Alice se aclaro la garganta, como para romper el silencio y comenzó a hablar.
- Lu –empezó diciendo, hizo una pausa breve y continuo –hoy, me gustaría que salgamos a comprarte algunas cosas, ya que no trajimos nada de Argentina.
- He... bueno, si te parece. –no pude decir nada más.
- Hoy no podrás jugar con Emmett, el se va realizar unas compras con Rosalie. Y Jasper viene con nosotras. Así que algo de diversión vas a tener –me dijo mostrando una sonrisa espléndida.
Jasper se empezó a reír muy bajo, y todos me miraron. Me sentí tan intimidada por las miradas frustrantes y ansiosas que veía.
- Carlisle se tiene que ir al hospital y Esme lo va ayudar, no van a poder acompañarnos, tampoco van a poder venir Bella y Edward ni Renesmee. Así que hoy te toca salir conmigo y Jasper –se giro y miro a Jasper –Excepto que... ¡no pueda! –resalto “no pueda” y lo miro con una mirada asesina. Era como si estuviera obligándolo a ir
- Yo. Si puedo. Y con gusto voy con Lu, total la vamos a pasarla genial. –le contesto –apurémonos, así cuando llegamos jugamos unas partidas –se dirigió hacia mí –y a ver si te puedo ganar alguna.
- Jaja, soñá con eso. –le dije con tono de burla.
- Bueno nosotros nos vamos yendo que sino, no vamos a llegar hacer todo –dijo Emmett, al mismo tiempo que se levantaba y se dirigía hacia Rosalie –¿Vamos mi amor?
Rosalie se levanto y se fue con Emmett. Poco a poco la cocina se fue deshabitando, luego de que se vallan Emmett y Rosalie, Edward y Bella le siguieron deseándome suerte para el día de hoy, después se fueron Carlisle y Esme. Ella entes de irse me dio un beso en la mejilla que me sorprendió, pero me pareció muy dulce. Al final habíamos quedado Jasper, Alice y yo.
Termine de desayunar y lave el cuenco. Alice salió de la cocina y la seguí, me tiro una campera y la agarre sin pensar. Me sorprendió mucho que hubiera hacho eso. Pero me resultaba muy lógico. Era una vampiro.
Alice se dirigió hacia una puerta que todavía no había pasado nunca, seguro que era por donde se iba al garage. Era cierto. Parecía muy amplio para el único auto que quedaba. Apostaría a que allí en esa casa había más de cuatro autos. En el garage había un flameante auto amarillo, cuya marca desconocía, hasta que me acerque.
Era un Porsche. No me había dado cuanta de que estaba boquiabierta hasta que Alice me pregunto si había visto uno alguna vez en mi vida. No le conteste y me subí en la parte trasera del coche. ¡Me encantaba! Por dentro, tenia una tapicería de cuero negro, y las luces del tablero eran azules. Jasper se sentó al lado mío y atrajo mi atención. Mientras Alice viajaba a toda velocidad a no sé dónde, Jasper y yo hablamos de mis padres. Les conté que antes de que viniera a Estado Unidos, iba a una psicóloga, por problemas que tenia, con mis amigas y mis padres. No le conté demasiado porque de un momento a otro ya estábamos en un pueblo. Deje de hablar con Jasper y mire por las ventanillas al pueblo hermoso que había.
Nos detuvimos en un pasaje en el que se observaban vidrieras repletas de ropa, libros y CD’s. Alice descendió primero del coche, luego Jasper y yo. Ella, muy decidida, se dirigió hacia el local donde vendían CD’s, que se hallaba frente al lugar en el cual habíamos aparcado. Se detuvo, de pronto, y se volteó hacia mí con una gran sonrisa en el rostro.
- ¡Vamos a comprar CD’s! –dijo casi gritando y alzando las manos a los costados de la cabeza.
La mire perpleja. Apenas llevaba cinco días como vampiro y ella ya quería que me acercara a los humanos. ¿Qué pretendía? ¿Qué matara a todo humano que se me interpusiera?
Jasper y Emmett me habían hablado de lo que sentían los vampiros neófitos. La sangre. Era lo que más ansiaban en esos momentos. También me habían contado que cuando el vampiro era muy joven sus ojos eran rojos. ¿Los míos lo eran? No creo, me lo hubieran dicho y me hubieran puesto lentes de contacto de color. ¿Cómo sabían que no iba a atacar al humano que estaba dentro de la tienda?
Jasper me había dicho que cuando sentí el olor de la sangre humana cerca, la garganta ardía mucho, y que por eso era tan difícil de habituarse a una abstinencia total a la sangre humana. La única a la que le había salido espectacularmente de abstenerse cuando era neófita era Bella, y el único a la abstinencia total de la sangre era Carlisle.
Alice me tomo la mano, al ver que no me movía y me empujo hacia el local, para que entrara. El local estaba repleto de CD’s. Nunca había visto tantos en mi vida.
- Lu –me dijo Alice llamando mi atención –tenemos que comprar cien CD’s, así que apúrate a elegirlos. –me amenazo. Como diciendo, “no tengo todo el día, tengo que hacer otras cosa”.
Tome aire y... sentí un aroma muy rico, algo muy apetecible. Como si me hubieran dado de comer algo, en el momento que no-tenia hambre, así que no le preste atención alguna. Me dirigí hacia donde estaban los CD’s y empecé a tomar algunas.
Estuvimos casi tres horas eligiendo, aunque la que elegía era yo, no Jasper y Alice. Cuando le dije a Alice que ya era suficiente y que no quería nada más. Esta me miro incrédula. Y me contesto
- pero si apenas llevamos cincuenta
- Y ¿Eso no es suficiente?
- No, te dije que iban a ser cien, no cincuenta. –me contesto enfadada
Ya había agarrado los CD’s de los Jonas Brother, el de Robbie Williams, el de Britney Spears, Madona, Jemes Blunt, Hilary Duff, también otros cantantes ingleses que me gustaban, y también me compre discos de los 70’y los 80’, pero después de eso ya no quedaban más de los que me gustaban y por eso había decidido detenerme.
Alice le pagó al señor que estaba vestido de una forma muy informal, como para ir a trabajar así. Yo era más formal cuando iba a trabajar a la pizzería, y eso que mi hermana iba más formal que yo. Sophie al lado de este hombre parecería una señorita ejecutiva. Me reí por lo bajo al hacer esa comparación. Jasper me miro con la curiosidad en los ojos y luego me sonrió.
Salimos del local y me encamine hacia el coche, pero alguien me había tomado del brazo y eso me impedía avanzar.
–Tenemos que comprar otros cincuenta CD’s ¿No te acuerdas? –me dijo Alice, al mismo tiempo que me daba la vuelta para seguir su camino.
La mire atónita.
Alice se encamino hacia el norte, Jasper me tomo del brazo y me empujo con él hacia donde se dirigía Alice. ¿Adónde se dirige esta? Me pregunte. Alice avanzo mucho más rápido por la acera y en un instante no llevaba casi diez metros de distancia.
- Piensas avanzar –me acuso Jasper. Hasta ese momento no me había dado cuanta que era yo la que aminoraba la caminata –, porque sino vamos a llegar para la anochecer.
Le mire y apresure el paso. Con el paso que había tomado, ya le estábamos pisando los talones a Alice.
En un momento Alice se detuvo en seco y me choque con ella. Habíamos llegado. Era un local muy pequeño. En la vidriera no había muchos discos como había en el anterior local. Me acerque a la vidriera para ver mejor lo que había y me di cuenta de que los CD’s que había, eran en latín, y no en ingles.
Entre sin que me diga nada Alice, que aun seguía fuera. Como no sentí que me siguiera, me di la vuelta y con una seña de la mano la invite a que pasara a la tienda conmigo. El hombre que había estaba muy bien vestido a comparación del otro. Llevaba una blusa color roja y unos jeans color negro.
Cuando el señor nos vio alas dos nos saludo con un asentimiento de la cabeza y luego con un gesto que hizo con la mano nos mostró donde estaban los CD’s.
Me precipite hacia estos y escogí a los primeros que vi. Cuando hube terminado, había elegido a Ricardo Arjona –me fascinaban algunas de sus canciones –, Reik, Macano, Nigga, Chapa c, Chayane, Airbag, Belinda, Daddy Yankee, Camila, Shakira, RBD, y muchos más que ya se me habían olvidado los nombres.
Alice volvió hacer lo mismo. Saco un toco de plata de su bolso y se lo dio al hombre. El chico de la tienda al no hablar nada cuando nosotras habíamos estado, me hizo darme cuenta que era mudo. Pobre. Que horrible debe ser mudo.
Ya era muy tarde. El crepúsculo tenia una vista hermosa desde donde estábamos.

Cuando llegamos a la casa, Emmett y Rosalie me esperaban frente a las escaleras. Esta ves no había nadie en la sala. Alice y Jasper al verlos, se alejaron de nosotros y se dirigieron hacia la cocina, sin decir nada. Me quede parada como una tonta mirándolos, me volví hacia Emmett y Rosalie. Me estaban mirando con ansiedad y tenían grabada una sonrisa en el rostro.
–Te queremos enseñar algo –comenzó a decir Emmet
–No seas bruto –le acuso Rosalie, soltándole primero la mano y dándole un golpecito suave en la cabeza –lo que quiere decir es que... te hicimos una habitación, bue no te la hicimos, si no que te la remodelamos con cosas –termo y me miro ansiosa.
Esperaba que dijera algo, pero no lo hice. Las palabras no me salían. Estaba impresionada. Lo de los padres ¿se lo habían tomado enserio?
- Alice te llevo para que no mires todo lo que hacíamos. Antes era la habitación de Edward, pero de ahora en más va a ser tuya –me termino de explicar.
Todavía seguía sorprendida, estaba realmente atónita y me di cuanta por lo que me dijo Emmett
- Deja de mirarnos así y decí algo.
- Bueno –le conteste sarcásticamente.
- ¿Puedo taparte los ojos? –me pregunto Rosalie
- ¿Para qué?
- Y ¿Para qué va ser? Para que no veas hasta que lleguemos.
Rosalie le volvió a pegar en la cabeza, después me dio media vuelta y me tapó los ojos. Emmett me tomo en sus brazos y me llevo a cuesta arriba, mientras que Rosalie seguía con su mano sobre mis ojos.
Cuando llegamos Emmett me puso en el suelo y después de unos segundos Rosalie me destapó los ojos.
Era una habitación con paredes de color violeta intenso. En el medio había una cama grande de sabanas blancas que resaltaba, al lado de esta había un equipo de música de los más modernos. También tenia un ropero enorme, cuando lo abrí estaba casi lleno, pero no explotaba –en mi casa eso hubiera sido un tremendo lió y desbordaría el pobre mueble –estaba todo tan bien acomodado. Mayor parte del mueble estaba lleno de vestidos y cuando mirabas el pie veías un montón de zapatos. Frente a la cama había un plasma y debajo un reproductor de DVD. La habitación también estaba llena de estantes. Algunos ya estaban ocupados, y me di cuenta de que eran DVD’s los que los ocupaban.
Con todos los CD’s que me había comprado llenaría casi todos los estantes. El piso era de una madera oscura pero a la vista podías decir que era suave.
Después de todo eso me di cuanta de que Emmett estaba muy impaciente y por eso golpeaba el piso con el pie.
No podía hablar, la boca no sabia donde estaba y las palabras se habían quedado estancadas en mi garganta.
- ¿Te gusta? –me pregunto soltando toda la impaciencia que tenia –porque sino, la podemos remodelar.
- No, no –me apresure a decir –esta aviación esta fantástica. Es lo más hermoso y ordenado que vi en mi vida.
- Ah.
Fui en dirección a la cama para probarla. Cuando me senté era la más suave y acolchonada. Estaba re buena la cama. Levante la vista para agradecerles pero algo me impresiono mucho más de lo que esperaba.
Estaba Rosalie y Emmett tomados de la mano y mirándome, como si yo fuera el trofeo de ellos dos, algo que se habían ganado.
Rosalie tenia la mirada suave pero té hacia prisionera de ella si la mirabas por mucho tiempo y Emmett tenia la misma mirada de siempre pero ahora con un tono de felicidad que realmente nunca se la había visto desde que había llegado.
Me levante de la cama y me dirigí hacia ellos. Ni Emmett ni Rosalie esperaban mi reacción, pero yo sí esperaba las suyas.
Los abrase con fuerza y ellos recién respondieron a mi abrazo unos segundos más tarde.
No me animaba a preguntarles, pero si no quería dormir sola esa noche en esa habitación enorme, tendría que tener valor y preguntárselo. Escondí la cabeza entre sus pechos unidos.
- ¿Hoy pueden quedarse a dormir conmigo? Por favor –les pedí con tono de suplica.
Levante la vista para ver su expresión. Los dos estaban perplejos, los había dejado sin palabras por mi reacción y mi pregunta y ahí caí en la cuenta.
- Oh lo siento. Olvide que no podían dormir. Lo siento.
- No, no te disculpes –contesto Rosalie - ¿Tienes miedo? –me pregunto con mucha curiosidad
- Un poco. Últimamente he tenido pesadillas.
- Bueno entonces hoy dormiremos los tres juntitos –dijo Emmett –como una familia de tres. –concluyo.

- Ven, que te voy a cocinar así cenas. –dijo Rosalie
Lo que había respondido Emmett, había respondido a la pregunta que me había hecho. Si se habían tomado enserio lo de la familia. Los tres juntitos pasamos por el pasillo que nos llevaba hacia las escaleras. Yo iba en el medio, Rosalie a mi derecha y Emmett a mi izquierda. Apenas pisamos el primer escalón que un impulso inconsciente mío tomo de las manos a ellos. Se ve que ellos esperaban que haga eso, porque se sintieron aliviados, pero lo que si no esperaba era mi propia reacción.
Era hermoso tomarles de las manos, su piel era tan fría que me agradaba tocarla, pero le apretón que me dieron los dos al mismo tiempo, me dejo paralizada. Se sentía como que ellos mientras más fuerte te tomaban, menos te podías alejar de ellos. Eso no me asustaba en nada, era muy placentero, pero me impresionaba de ellos. ¿Cómo era que dos personas se habían encariñado tanto con una chica?
Cuando llegamos a la cocina Rosalie se separó de mi mano y fue hacia donde estaba el horno. De ahí saco una milanesa y la coloco en un plato que tenia del lado de este. Luego abrió la heladera y saco una ensalada de tomate. Todo esto me lo entrego y lo comí muy lentamente. De vez en cuando miraba a Emmett o a Rosalie, pero cuando miraba, me daba cuenta de que ellos me estaban mirando y entonces bajaba la vista rápidamente.
Cuando termine de cenar, Emmett levanto el plato y el vaso que había usado. Después de eso Rosalie me tomo de la mano y salimos las dos juntas de la cocina. Mire el reloj para saber que hora. Realmente las horas en esta casa pasaban rapidísimas pero no parecía ser cierto cuando las vivías.
- ¿Ya son las once de la noche?
- Si –me contesto con una sonrisa grabada en el rostro.
Después de eso no volvimos a hablar hasta que llegamos a mi habitación. Rosalie me recostó dentro de la cama y acomodo las sabanas para que quedaran derechas.
- No tengas miedo. Vamos a cumplir lo que dijimos, pero Emmett va a tardar un poco más.
Ella se recostó al lado mío y me abrazo. Todo esto parecía ser nuevo para mí. Todo me tomaba de sorprendida, y eso que ya tenia padres y hermanos, pero ellos no eran comunes, eran geniales. Los padres que podían entender un poco a su hija.
- ¿Podes poner un CD? –le pregunte con duda
- Sí. ¿Cuál queres?
- El CD de Reik.
Rosalie lo coloco en menos de tres segundos y la música comenzó a sonar muy rápidamente. Volvió a recostarse al lado mío, pero esta vez el abrazo que me dio se sintió más. Eso me hizo sentirme satisfecha. Tenia todo lo que siempre había querido tener, solo que faltaba un pequeño detalle para que pudiera cerrar los ojos por completo. Tenia que venir Emmett, no iba a estar tranquila hasta que por lo menos él viniera y me diera las buenas noches.
- Duerme ya mi niña. Él va a venir, no te va a defraudar.
Las palabras solo calmaron un poco mi ansiedad. Cerré los ojos pero seguía muy atenta para poder abrirlos para cuando viniera Emmett.
No lo había escuchado entrar, pero cuando sentí su mano fría sobre mi piel me calmo y mis músculos se relajaron por completo. Ya podía dormir tranquila y muy satisfecha.
Mis ojos seguían cerrados, pero cuando oí un grito mis, párpados se levantaron de golpe. Y vi que estaba en un lugar muy oscuro, había árboles detrás de mí y pude reconocer que era el bosque que estaba al lado de la casa en la que ahora vivía. Sabia que esto era un sueño. Jamás podría estar allí despierta y menos a esas horas de la noche. Pero el sueño parecía muy real. Tome aire para que el olor a vampiro me guiara hasta la casa, y así fue. El olor de Emmett era inconfundible, era muy agradable. Corrí en la dirección que había recorrido antes Emmett y por suerte no me encontré con nada malo y pude decir que no-tenia que ser un sueño malo.
Cuando llegue a la casa, había una decoración extraña. Había luces de colores colgando de las paredes y había globos por todos lados. ¿Acaso había un cumpleaños?
Vi como Alice iba de aquí para allá dentro de la casa, colocando cosas y sacándolas para poner otra a cambio. Esme colgaba un cartel que decía feliz cumple. Me acerque a la casa lo más rápido posible, pero en un momento vi como Emmett se me acercaba y me hacia señas con las manos para que me detuviera.
Deje de caminar hacia la casa y espere a que Emmett llegara hacia donde estaba, y me explicara cual era la fiesta que se festejaba.
- Feliz cumple, mi amor –grito a los cuatro vientos.
Puse los ojos en blanco. Mi cumpleaños todavía no era, faltaba un montón, bueno no tanto, pero casi un mes. Me di la vuelta para saber si no había alguien detrás de mí para y verificar si realmente el feliz cumple era para mí.
Sí, era para mí. Detrás de mi no había nadie, solo un bosque muy oscuro. Emmett me abrazo con fuerza y me dio un beso en la mejilla. El beso me hizo ruborizarme y una sonrisa se grabo en mi rostro. Emmett me guió hasta la casa y cuando entramos todo estaba de color azul marino –mi favorito –las paredes y el suelo estaban tapizados con una alfombra de mi color. Era todo tan hermoso.
En la sala había ocho personas abrazadas que cuando me vieron completa o mejor dicho cuando yo los vi completos, todos gritaron acorde.
- ¡Feliz cumple!
Me sonroje mucho más. Todos se abalanzaron hacia mí. Recibí besos y abrazos de todos lados.
Me pregunto ¿Cómo se sentirá Jasper con tantas emociones?
Alice estaba contentísima, saltaba de un lado para el otro, mostrándome las cosas que había puesto. Renesmee que hacia lo mismo que Alice, pero con mucho más entusiasmo y encima a ella le quedaba mejor. Alice parecía chiquilina haciendo todas esas cosas
Carlisle y Esme estaban con los grandes y todos abrazados mirándonos. Bueno la mayoría de los grandes son a partir de los treinta años y estos nunca habían llegado a cumplirlos de verdad, pero eran tan maduros, que los podías poner en la categoría de grandes. Emmett aunque era travieso también se lo clasificaba como grande, y Bella y Edward que todavía no habían pasado los veinte años, se los podía clasificar en una madurez muy prioritaria.
- ¡Hora de cenar! –grito Emmett tomándome en sus brazos y tomando toda mi atención al mismo tiempo.
Mientras que trataba de alejar la vista atrapante de Emmett vi como Rosalie venia rápidamente hacia mí con un paquete en las manos.
- No, no, no –dijo Emmett dándome la vuelta –primero va a cenar y luego va a abrir los regalos.
- Bueno en tal caso, el regalo lo escondemos por un rato y luego se lo devolveremos.
Rosalie ya estaba al costado nuestro para cuando termino de hablar. Se me acerco aun más y me dio un beso en la mejilla.
- Feliz cumple hija –me susurro.
Me ruborice un poco, pero para poder ocultarlo y que nadie lo viera y se riera de mi rubor, la abrase con fuerza.
- Gracias mamá –le respondí.
Ese día Rosalie no había tenido tiempo de hacer la comida, así que pidieron comida hecha. Esme tampoco había podido, porque había ayudado a Rosalie con los preparativos.
La comida era sencilla. Era una suprema de pollo con papas a la española. Es una de las comidas más deliciosas, obvio después de la milanesa con papas fritas.
Ni bien termine de tragar el ultimo bocado, que Alice me tomo de brazos y me llevo saltando hacia la sala, donde estaba todo mayormente decorado.
Cuando pasamos por la puerta que separa la cocina de la sala, vi una torre. No era una torre cualquiera, era una torre de todos los colores, blanco, azul, verde, amarillo, y otros más; ninguno se repetía.
Después de estar atónita por un minuto entero, comencé a ver que no era una torre entera –quiere decir que no era de una sola pieza –sino que había cubos y prismas grandes y chicos. Los de abajo eran los grandes y los de arriba los más pequeños.
Las lagrimas empezaron a desbordarse de mis ojos, parecía una catarata llena de agua y que pronto iba a inundar toda la cuida con toda el agua que tenia. Me tuve que sacar las lagrimas con las manos, para que me dejara ver a mi nueva familia.
Alice me tendió el regalo que estaba en lo más alto de la torre. Era un cubito muy pequeño. Cuando lo abrí vi...
Todo se puso negro. Una caricia fría en mi mejilla me hizo abrir los ojos.
Estaba en mi nueva habitación. El techo seguía del mismo color azul marino que tenia ayer cuando me recosté, y la cama tan blanca como el algodón. La caricia que había recibido era de la mano de Rosalie que todavía seguía acariciándome. Detrás de mí estaba Emmett con los ojos cerrados
¿Estaría dormido? ¿Habría encontrado la forma de poder dormir?
- Solo cerró los ojos para pensar mejor, no esta durmiendo –contesto a la pregunta que me había hecho, como si hubiera podido leerme la mente.
- Ah –dije en un susurro muy bajo.
Emmett abrió los ojos como paltos. Me miro y me dedico una enorme sonrisa, mostrándome todos sus dientes blancos. Pero luego desapareció y en un instante estuvo parado en la puerta que ahora estaba abierta, mirándonos.
- Mejor las dejo para que se cambien –nos dijo riendo –no tarden demasiado. Mi reina, mi princesa las espero abajo.
Esto de que mi mamá fuera Rosalie y que mí papá fuera Emmett me gustaba más de lo deseado.
Era todo muy tranquilo vivir con ellos, no me retarían por estupideces, como lo hacían mis verdaderos padres; tampoco me mandarían a trabajar, y menos que menos me mandarían a hacer los albores de la casa.
No era que no me gustaba hacerlos, pero lo que me caí mal y no lo hacia por esa razón era como me lo pedían. Jamás en la vida escuche las palabras por favor salir de sus bocas y eso nunca iba a dejar de molestarme.
Mi papá jamás se movía, tenia las cosas a una distancia de un brazo y te pedía que se la alcanzaras mientras que vos estabas a unos cuantos pasos. Y encima después te criticaban o te decían que no hacías nada en todo el día. Siempre se fijaban en lo que no habías hecho, Claudio siempre nos retaba, porque decía que no sabemos valorar las cosa que uno hace y que todo lo que tenemos lo rompemos. Pero él haciendo eso y fijándose en lo que no hicimos, jamás va a poder ver nuestro esfuerzo por haber hecho la otra cosa.
Rosalie me tendió un vestido de color azul y unas sandalias blancas. El vestido tenia un bordado único y precioso y las sandalias tenían taco.
- He... Rose, no puedo usar con taco.
- Estas en mi casa, y podes. ¿Sí?
- Bueno, si vos lo decís –le dije –. Pero hay otro problema.
- ¿Cuál?
- No tengo mucho equilibrio para esto.
- No hay problema eres un vampiro ¿Lo recuerdas?

La Noticia

No paso nada. Nadie me esperaba para matarme, no había nadie en la habitación. Era una habitación amplia, el piso y las paredes eran de madera de un color marrón oscuro pero parecían ser más suaves que el algodón. Sentí como mis latidos se aceleraban un poco, pero nada para alarmar. Me senté y me di cuenta que estaba en una mesa y no en el suelo como había pensado. Veía todo con demasiada claridad, a pesar de que la habitación estaba sumida en la oscuridad. Me parecía muy raro todo esto. Que escuchara los latidos de mi corazón con tanta claridad y otros latidos de corazones que no sabia de quien eran, también escuchaba las risas de hombres, y un partido que seguramente estaban viendo en la televisión. Me pare un momento y me dirigí a la única puerta que había. La abrí y salí a un pasillo largo que tenia un montón de cuadros. Parecía una casa antigua. Ya que los cuadros que colgaban las pinturas que contenían no se parecían nada a lo moderno. Escuche como mi estomago gruñía y me di cuenta de que tenia un hambre terrible. ¿Quién sabe cuanto estuve en esa oscuridad sin comer?
Seguí caminado por el pasillo viendo los cuadros que había en las paredes, estaban muy bien pintados y eso los hacia muy hermosos. Llegué hasta donde estaba la escalera. Era una escalera en forma de caracol y era de la misma madera que había en las paredes del pasillo y escuche con mucha más claridad los latidos de corazón y el televisor. Todos los que estaban abajo se callaron y pensé que se habían dado cuenta de que me había despertado. Pero no oí ningún paso que se dirija hacia donde estaba. Tenia un hambre feroz y también tenia ganas de tomar algo fresco, mi garganta estaba tan seca que casi no podía hablar. Baje las escaleras muy sigilosa, procurando no hacer mucho ruido, y en eso note que tenia que prestar mucha atención para poder escuchar mis pasos. Tuve que ver mis pies para saber si de verdad me estaba moviendo o si solo me lo imaginaba. Me estaba moviendo y sin hacer casi ningún ruido.
Llegué al fin de la escalera y me encontré con una sala enorme. Había un sofá enorme donde estaban sentadas tres personas viendo televisión que estaba frente a ellos. La sala tenia una ventana enorme que daba a un patio o pradera ya que al lado había un bosque, o eso parecía. Me di cuenta de que recién entraba la noche, porque se veía el crepúsculo en el horizonte. Era realmente hermoso. En esa ventana había una pareja. Una mujer hermosa, era baja y tenia una piel muy blanca. Su pelo corto era rebelde con cada punta señalando en una dirección y de un negro intenso. Al lado había un hombre musculoso de cabellos color miel. También tenia la piel blanca y era muy hermoso. Nadie se había percatado de que estaba ahí. ¿Por qué? No lo sé.
Decidí pedirles algo de comer entes de que me mataran, así moría satisfecha. Y no, que sea una muerta de hambre.
- ¿Me podrían dar algo para comer? –pregunte con miedo a que cuando se dieran vuelta me mataran.
Pasaron tan rápido las cosas que me dieron miedo cuando me las puse a razonar, pero les vi tan claro que hasta podía haberme escapado. El chico que estaba en la ventana con la chica se me vino encima luego de que termine de hablar, me puso el brazo entero de bajo de la garganta –en el comienzo del pecho –y me golpeo con tanta fuerza que me hizo mal en el lugar donde esta ahora mi corazón y tal fue el golpe que me empujo hasta la pared que tenia detrás. Me tapo la nariz con el pulgar y el índice. Después vi como uno de los chicos que estaba sentado en el sofá se levantaba y recogía a dos personas que estaban en la habitación –que no me había percatado de que estaban –, una era una niña hermosa y otra era un chico grandote, que me impresiono mucho cuando los levanto a los dos y se los llevo de ahí. En ese momento el rubio que me había estampado contra la pared vio como seguía con la mirada los que se acababan de ir y me tapo los ojos, ¿cómo pudo? No sé, porque solo le quedaban tres dedos para taparme, pero se las arreglo muy bien, por que en medio segundo, no vi nada más.
Por unos segundos tuve miedo de que me hubieran tapado los ojos para que no vea el arma y luego así me mataran. Pero todo eso no sucedió. El chico que tenia a mi lado bajo el brazo y sentí un gran alivio –realmente me dolió el golpe que me había dado y me masaje el pecho, para aliviarlo –me destapo los ojos, pero tardo un momento en sacarlos de mi nariz. Me di cuenta que la oscuridad que había era porque yo había cerrados los ojos y seguramente después de que me ponga los dedos en los ojos.
Abrí los ojos muy suavemente, y vi como se había llenado lo sala de chicos y chicas muy hermosos, aunque todos tenían dos características similares, como las ojeras malvas y la piel blanca, pero eran muy diferentes entre sí. Estaban en un semicírculo y me miraban como si yo fuera el peligro más grande que había en la tierra. Mientras que ellos me habían raptado a mí, y a ahora no sé por que no me mataban. ¿Para que me quisieran viva?
Los mire con mucha más atención que antes, y pude reconocer cuales eran los tres que estaban sentados en el sofá hace un momento. Pero había más gente y eso me preocupo y me dio miedo. Abrí la boca para decir algo, pero la volví a cerrar. No quería ser yo quien rompa el silencio.
Un chico hermoso de pelo rubio que no debería tener más de veinticinco años, dio un paso hacia delante y abrió la boca para hablar, pero tardo unos segundos en decir algo
- No me ataques –empezó diciendo. Pero luego se corto.
Lo mire incrédula por lo que me había dicho. ¿Por qué iba atacarles yo a ellos? ¿Ellos no me iban atacar a mí?
- No lo voy hacer, no tengo intenciones de hacerlo. –no quería hacerlo, pero las palabras se abrieron paso por mi garganta
Todos me miraron sorprendidos por mi respuesta, pero no les di importancia, decidí por un momento preguntarles por que no me mataban, pero me arrepentí. ¿Mira si les hacia acordar que me matasen? Y me calle.
- Bueno entonces me voy a presentar. Me llamo Carlisle –y luego de esto se calló.
- Me llamo Lucía. –dije como si nada –me gustaría hacerles una pregunta. ¿Se puede?
- Sí. Podes hacer cualquier pregunta. –me contesto unos de los tres que se habían sentado en el sofá. –Me llamo Edward.
- Hola Edward –le dije educadamente, no quería que él fuera el que me matara, ya que pareció muy bueno conmigo –¿por qué reaccionaron así cuando oyeron mi voz? ¿No me habían visto bajar de las escaleras?
- No lo entiendo –salto el chico que me había hecho daño
- ¿Qué no entiendes? Jasper –le pregunto Carlisle
- Que Lucía en cambio de pedir que le demos a Renesmee, a Jacob, que le demos sangre, o cualquier cosa que se necesite cuando eres neófito, ella no lo pide, ni nos ruega que le demos sangre. Y es la cosa que más necesita en estos momentos. Eso es lo que no entiendo Carlisle.
Los mire a todos sorprendida ¿De qué estaban hablando? ¿Qué tengo que ver yo con la sangre? ¿Por qué la necesito?
- tienes razón con ese tema –le contesto Carlisle –tenemos que tener mucho cuidado. Pero... –y corto la frase
- Pero... –cortándole lo que iba decir –¿Para qué quiero la sangre yo? Lo único que pedí era un poco de comida para alimentarme, ¿Hace cuanto tiempo que no comía y que me tenían en ese cuarto? El estomago me gruñe, y eso significa que tengo demasiada hambre.
- ¿El estomago te gruñe? –pregunto un chico muy grandote.
En toda mi vida no había visto nadie más grande que mi tío Christian, y eso que era un patovica. Era fuerte, tan musculoso, que me dio mucho miedo. Tenia el pelo oscuro y rizado. Pero escondía muy bien la hermosura que tenia.
- Sí –le conteste incrédula y sorprendida por lo que me había preguntado –¿no debería gruñirle a cualquier persona, si tiene demasiada hambre, como yo tengo ahora?
- Si, debería gruñirle, pero vos ya no sos una persona, vos ya no sos humana.
- ¿¡Qué?! Si que lo soy. ¿No ves como mi corazón late?
- No se lo tendrías que haber soltado así. No sabe nada de... –le dijo Edward. Pero se quedo en callado en la mitad de frase y giro la cabeza hacia mí –¿dijiste que tu corazón late?
- Si, ¿No lo oyes? –le pregunte –yo lo oigo perfectamente y ahora esta en un momento de taquicardia
- ¡Entonces era tu corazón el que oía y no el de Jacob! Jaja –se giro hacia los demás y siguió –pensé que eran los latidos de Jacob, pensé que se había acercado para escuchar, pero aun así se oía un poco lejos.. –Se quedo callado un segundo y luego siguió - ¿Cómo es posible que te hayas despertado si tu corazón sigue latiendo? ¿ No sentís dolor alguno?
- No –le conteste - ¿Debería sentirlo?
- Digamos que sí. Aun tu corazón sigue latiendo y eso significa que todavía no se a terminado la transformación.
- Bueno –dije sin esperar. El estomago me volvió a gruñir –hay algo de comer, por que si no voy yo y cocinó. Excepto a que me maten antes. –le corte el disparate que estaba diciendo
- ¡Matarte! Eso nunca lo haríamos. Estamos ayudando a tus papas, y no los vamos a defraudar. –me dijo Carlisle –y hablando de tus padres, después te contamos toda la historia y todo lo ocurrido, ahora ve y aliméntate, pero primero te presento a toda mi familia.
Señalo primera a la mujer que tenia al lado y la llamo por el nombre de Esme, luego señalo al chico corpulento y lo llamo Emmet, después a la mujer que estaba a su lado y la llamo por el nombre de Rosalie. Era hermosa de verdad, me sentí una miseria al lado de ella y me dio mucha vergüenza cuando la vi bien por primera vez. Después señalo al chico llamado Edward, que este ya se había presentado anteriormente. En cambio de continuar Carlisle de decirme los nombres de los integrantes de la familia, fue él quien siguió.
- Esta es mi esposa Bella –señalo a la mujer que tenia a su lado, y continuó –, ella es mi hermana Alice y él... bueno ya sabes cual es su nombre.
- Bueno –dijo la chica que Carlisle al había llamado Esme –Lucía, ven que te voy a dar algo de comer.
Me guió hasta una puerta de madera bien grande y la abrió. Tenia una cocina muy hermosa, y muy amplia. Había una mesa en el centro y alrededor había unos bancos altos. Me tendió una silla para que me sentara, mientras que ella se dirigió hacia un mueble grande de roble que tenia. Saco una caja de cereales y un cuenco. Lo lleno de cereales y se volvió hacia mí. Me pregunto con que lo tomaba y le dije que lo tomaba con yogurt. Abrió otra puerta que parecía ser desde fuera un mueble, pero seguro que no lo era porque de ahí saco el yogurt. Me tendió el cuenco y una cuchara. Comencé a comer ni bien se dio vuelta. Me daba mucha vergüenza comer delante de ella. No-tenia gana de pensar en nada así que puse mi mente en blanco y de lo único que era consiente, era de no dejar caer ningún cereal al hermoso piso que tenia debajo.
Esme se fue de la cocina, dejándome sola en la cocina más grande y hermosa que había visto en mi vida. Pero en menos de dos segundo ya no estaba sola. Había entrado a esta el chico corpulento. Emmett. Agarro una silla y se sentó frente a mí, y se me quedo mirando. Baje la vista hasta el cuenco, pero sentía como sus ojos seguían clavados en mí. Estuvo como un minuto entero así, hasta que la vergüenza que tenia me hizo romper el silencio que había entre los dos.
- Por favor no me mires –le pedí.
- ¿Por qué? –me pregunto sorprendido
- Me da mucha vergüenza que me miren así.
- Pero si eres realmente hermosa. Cualquier chico se quedaría atontado con tu belleza.
- Eso no es cierto. –le dije enfadada.
- La verdad es que tiene razón Emmett –dijo alguien que no había oído entrar –eres muy hermosa y eso me da muchos celos de ti. –me dijo la voz que aun no reconocía.
Me di la vuelta para ver quien era y... ahí estaba, Rosalie. Con su flamante cabello rubio, y sus ojos oscuros que la hacían aun más bella.
Lo que me había dicho me pareció una tremenda estupidez. ¿Cómo me podía decir algo así? Ella era tan bella, tan hermosa, ¿Cómo podía compararse conmigo?
- Viste que no soy el único que piensa así. –me dijo Emmett –aunque vos mi amor también eres muy hermosa. –ahora dirigiéndose a Rosalie.
- Da igual. No te quedes mirándome. No me gusta.
- ¿Alguna vez te viste en el espejo?-me pregunto
- Sí. Muchas veces –le conteste con un tono de burla.
- Hablo de que ¿si te has visto alguna vez en el espejo en tu vida nueva?
- ¿Qué vida nueva? Sigo siendo la misma chica de siempre. Nada cambió –le conteste enfadada.
Le corte lo que me estaba por decir y me levante de la silla. Me encamine hacia la puerta que daba a la sala que había estado antes. Escuche como me seguían y trate de caminar más rápido para poder esquivarlo, y no seguir hablando más del tema. Al ver que yo había aumentado el paso y él se quedaba atrás, el también decidió aumentar el paso.
En la sala estaba el chico llamado Edward y su esposa, Bella. Me dirigí hacia Edward y me escondí detrás de él. Se impresiono mucho cuando le dije que me cubriera y que Emmett me estaba siguiendo.
El día transcurrió normal, bueno no tan normal, nunca había hecho las cosa que había hecho. Deje de escapar cada vez que aparecía Emmett, y me acerque mucho más a él. Él siempre buscaba estar conmigo para hacer algo y yo escapaba, hasta que lo comprendí. Descubrí que era muy buen chico y que era realmente divertido y también que me había ganado su corazón. Se había encariñado demasiado, para ser mi primer día con un completo desconocido. Estuvimos jugando con la play, que me ganó tres veces de cinco partidas. Después me estuvo contando cosas que hacia ellos cuando no dormían –eso me impresiono mucho cuando me lo dijo, pero lo deje pasar como si nada –, también me contó lo que eran, o mejor dicho lo que éramos. Porque yo también estaba incluida, me dijo que tenga mucho cuidado cuando valla a cazar, porque si llegaba a ver un humano y lo llegaba a matar, estaría en un gran problema. También me contó el don que tenia Edward, Alice, Jasper, Bella y Renesmee. La hija de Bella y Edward. Cuando nombro el nombre ese, me contó la historia de los padres.
- Bella era humana cuando Edward la conoció. Este se enamoro de ella que cuando la dejo porque creía que era lo mejor para ella. Resulto todo lo contrario. Bella no se recupero de la ida, y le costaba mucho relacionarse con los amigos que había tenido. Se encontró con un amigo de la familia. –hizo una pausa y siguió – El perro, bueno se llama Jacob, pero da igual. Vos llámalo chucho o perro –me apuntó –con ese se llevo demasiado y casi se recupero, pero nada que ver, ésta lo simulaba bien el dolor. Después Bella hizo actos suicidas, no se para que, pero los hizo. Fue a buscar a su novio a Italia y volvió con él. Desde ahí nunca más se separaron. Tuvimos que luchar contra un montón de vampiros en los últimos tres años.
Hace poco ellos se casaron y al mes tuvieron a Renesmee. Esa es toda la historia.
¡Que historia!
- ¿Cuándo voy a conocer a Renesmee? –le pregunte
- Cuando tú sed este bien controlada –me contesto
Seguimos hablando de muchas cosas de él. Y luego me toco a mí contar las cosa. Me pregunto como era mi país, que hacia, si tenia amigos, como eran mis amigos y muchas más cosas. En un momento Jasper se acerco a nosotros y me caí al suelo. No quería estar cerca de él. Me di cuenta de que le tenia mucho miedo. No me había olvidado como me había recibido. Con un buen golpe en el pecho. Se echaron a reír cuando me caí y los mire enfadada. Jasper me tendió una mano para ayudarme a levantar. La mire y no le di la mía para que me ayudara sino que me fui para atrás. Le tenia demasiado miedo. Él comprendió mi sentimiento y bajo la mano.
- No me tengas miedo, por favor –me dijo –nunca quise hacerte daño. –vi en sus ojos la sinceridad con la que me lo decía y me convencí.
Volvió a levantar la mano, para darme ayuda, y esta vez la acepte. Luego de que me ayudo se aparto de mí, y me dijo que quería escuchar la historia que le parecía muy interesante. Le hicimos un lugar para que se sentara, pero se sentó en el suelo. Seguí con mi historia de mis amigas, y les conté como me sentí cuando ellas estaban con sus respectivos novios, y que estaba celosa, porque no me dejaban estar o disfrutar una fiesta con mis amigas, y así que me pelee con todas ellas. También les conté que siempre me preguntaba ¿por qué yo siempre escuchaba a todo el mundo y siempre estaba cuando me necesitaban? Pero... ¿Por qué nadie me escuchaba a mí y nunca estaban cuando más lo necesitaba?. Como vieron como me entristecía hablar de ello. Decidieron hacer otra cosa.
Después de tanto hablar. Emmett me ofreció jugar de nuevo a la play y acepte, pero esta vez jugamos de a tres, ya que estaba Jasper. Era medio difícil jugar de a tres, pero lo hicimos. Esta vez, les gane a los dos cinco veces, aunque Emmett no se quedo atrás, él gano cuatro veces y Jasper solo una. Deje de temerle, por el resto del día a Jasper, aunque estuve segura de que el miedo se había ido a causa de su espectacular don. Estuvimos jugando unas cuantas horas, me di cuenta de ellos cuando mire por la ventana y vi como el sol empezaba a salir, y cuando mi estomago gruño. Tenia un hambre feroz. Se rieron muy fuertemente cuando lo oyeron, y la sangre me subió a los pómulos y me sonroje.
- vamos a comer, pequeña –me dijo Jasper, aun riéndose
Nos dirigimos los tres juntos a la cocina. Yo iba detrás de ellos dos que iban uno al lado del otro. Cuando quisieron pasar por la puerta los dos juntos, fue un momento muy gracioso, me reí con tantas fuerzas que me dolieron las costillas y las lagrimas brotaron de mis ojos. Cuando hubo cesado el tiempo de las risas los mire a los dos y volví a reírme. Me miraban con cara de enojados pero con un tono de burla en los ojos. Se habían atorado y no querían romper el marco que tanto le gustaba a Esme. Así que los tuve que empujar. Y salieron de en medio de la puerta. Cayeron al piso y sonó un fuerte estruendo, como si hubiera tirado una roca contra ese piso hermoso. Los dos salieron ilesos, pero me preocupo y me agache para ayudarlos y tendí las dos manos en dirección hacia ellos, para que se agarraran y los pudiera levantar. Emmett y Jasper se miraron y luego se agarraron de mis manos. Pensé que si los tenia que ayudar, me iban a sacar los brazos, pero no ocurrió nada de eso. Me empujaron de mis manos detrás de ellos y me tiraron al suelo con ellos. Nos empezamos a reír a toda costa, que me volvieron a caer los lagrimones de tanta risa.
Escuche como alguien entraba en la cocina, pero a causa de las lagrimas no supe identificar quien era. Se quedo ahí parado mirándonos, como si fuéramos unos maniáticos. Las lagrimas cesaron, y pude ver con claridad quien nos seguía viendo como maniáticos. Era Edward. Le mire a los ojos, y le sonreí inconscientemente. Él me la devolvió y me tendió una mano para ayudarme a levantarme. Emmett y Jasper aun seguían riéndose en el suelo, pero cuando vieron que yo me había levantado, dejaron de reírse y se sujetaron los dos con ambas manos y se levantaron al mismo tiempo. Los cuatro nos fuimos a sentar a los bancos altos y después de haber pasado un minuto entero y todos callados, Emmett rompió el silencio.
- ¿Qué quieres comer? –me pregunto
- Lo que haya.
- Entonces no hay nada, porque no tengo ni idea como se cocina. Tendrás que esperar a que llegue Esme.
- Bueno, entonces ¿Qué hacemos mientras esperamos a que llegue? –les pregunte –¿Dónde esta Esme?
Comenzamos a hablar de mí de nuevo y de los chicos que me gustaban. Emmett se ponía furioso cada vez que decía que un chico me tiraba onda. Eso me daba mucha risa. ¿Cómo podía ponerse alguien celoso si recién lo conocía? También se enojo conmigo cuando le dije que la primera vez que había tenido un novio tenia once años. Me hacían reír mucho Jasper y Emmett. En eso llega Esme y nos pregunta que era los que hacíamos. Emmett le dijo que hace diez minutos que la estábamos esperando, y que me tenia que cocinar algo.
Esme lo reto, se dirigió hacia él y le dio un golpecito en la nuca. Ella cocinó unos panchos y me los comí todos, tenia un hambre realmente feroz. Después de eso Jasper se fue con Alice, ya que puso la excusa de que lo necesitaba, y Edward se había ido hace rato. Esme se volvió a ir cuando termino de lavar las cosas que había utilizado. Emmett me ofreció ver tele y nos fuimos a la sala para ver. Era de día cuando vi la ventana y por primera vez le pregunte la hora.
- Son las doce del mediodía. –me contesto mientras recogía el control del sofá y encendía el televisor.
Nos sentamos lo dos juntos y puso un partido de béisbol, me queje un buen rato para que lo cambiara, porque yo de eso no entendía nada, auque se ofreció a explicarme, le negué y cambió de canal. Puso una película que pasaban por ahí. Gracias a Dios no era una comedia musical. Estaba en un momento de la película en el que había una mujer y un hombre a punto de besarse, cada ves se acercaban más, pero lo hacían muy lentos. Los párpados me pesaban mucho, no podía tenerlos mucho más tiempo abiertos. Apenas se tocaron los labios, que cerré los ojos, y después de eso no supe nada más.
Estaba muy cansada. En mi vida normal nunca había jugado tanto tiempo, y eso me dejaba realmente agotada. Me desperté sobresaltada cuando Emmett me alzo y subió las escaleras, para llevarme a una habitación con cama. Apenas toque el colchón con mi cuerpo que ya me había vuelto a dormir.

Me despertó el sol de la mañana, que me pegaba en la cara y me hacía sentir muy acalorada. Abrí los ojos muy suavemente, y me di cuenta de que esa no era mi cama. No era un sueño lo que había vivido. Me levante de un saque y vi que en una silla que había al lado de la cama, había un papel blanco doblado. Lo tome, y estaba escrito. Decía: “Aquí tienes ropa para ponerte hoy, espero que te vaya bien. Alice. ” Tenia una letra muy hermosa y eso me dio mucha envidia.
Había un jeans oscuro y uno claro, también había unas blusas de color azul y violeta. Tome la blusa de color violeta y el jeans oscuro y me los puse. Después baje las escaleras y me dirigí hacia la cocina. Estaban todos ahí, se miraban unos a otros como si estuvieran esperando a alguien. Me dirigí hacia donde estaba Emmett y le di un beso en la mejilla.
- Buen día –le dije. Emmett se sobresalto por mi beso, pero lo dejo pasar
- Buen día pequeña.
Salude uno por uno, dándoles un beso en la mejilla. Todos se sorprendieron por mi beso, pero seguro lo dejaron pasar porque no me dijeron nada. Me dirigí hacia la heladera para sacar el yogurt y después saque el cuenco y los cereales. Fui a sentarme en la única silla vacía que quedaba y me serví los cereales y el yogurt juntos. Levante la vista para ver que hacían y... ¿Por qué siempre me tenían que mirar fijo?
- No me miren así por favor. –Les pedí bajando la vista y ruborizándome
- Perdón. –dijo Carlisle –Es que eres tan hermosa. Y eso me impresiona.
Todo el mundo decía que era muy hermosa. ¿Alguna vez se habían mirado ellos al espejo? Yo creo que sí. Siempre iban tan peinados, tan arreglados que parecía que siempre iban a salir algún lado.
No me animaba a romper el silencio que había dejado, y decidí no hacerlo. Me quede callada desayunando mis cereales y mirando lo que comía.
Carlisle fue el que lo rompió.
- Lu, vamos a contarte las reglas y como es que paso todo esto.
Carlisle espero a que dijera algo, pero no pude articular palabra alguna, entonces siguió.
»- todo esto comenzó un día cuando yo estaba en la Argentina –hizo una pausa breve y siguió –estaba viendo una casa para alquilar, para cuando me valla de vacaciones con Esme. Estaba en la cuadra de tu casa, cuando escuche el grito sofocante de alguien. Primero pensé que solo estaban jugando, había muchos niños ese día en una de esas quintas. Pero cuando oí de nuevo el grito, ya no pensé que estaban jugando.
»Era un día nublado, pero cuando el cielo se abrió un poco, tuve que esconderme de los rayos del sol. Estaba frente a tu casa cuando me oculte. Vi que estabas ahí tirada en el suelo con una mano en el bolsillo. Ahí comprendí que eras la chica que había gritado y que era un vampiro, el que te había hecho pegar tal grito. Decidí matarlo, pero antes de hacerlo tenia que esperar a que el sol se ocultara, no podía salir. Vi como sacabas un encendedor de tu bolsillo y luego le quemaste. Te levantaste del suelo con mucho esfuerzo y lo seguiste con el encendedor encendido. El vampiro no se te alejaba y yo no podía hace nada. Me odie mucho cuando todo termino. Le prendiste fuego totalmente y eso me hace acordar una pregunta ¿Cómo lo hiciste? –me pregunto y dejo de hablar.
No podía responderle, no me salían las palabras.
Al contarme todo esto, muchas imágenes se me vinieron encima. La que estaba tirada en el suelo con alguien en mi garganta, la del encendedor encendido, de cómo le quemaba al vampiro que yo creía que era un hombre. El miedo que no había tenido hasta ahora se me apareció de repente.
De pronto sentí como unas manos frías me abrazaban desde el costado pero no las pude ver y me di cuenta de que estaba llorando. ¿Cómo es que había pasado todo esto? Me pregunte en mi fuero.
El recuerdo de lo que me había pasado se me vino encima.
»Estaba en mi casa sola. Mi papa me había pedido que limpiase el parque. Pero cuando había ido para donde estaban los escombros, había visto algo muy brillante que trajo mi atención. Me deslice hasta ahí. No había algo brillante, no había un diamante, había un hombre, que me miraba hambriento. El hombre se echo hacia mi garganta y me clavo los colmillos. Cerré los ojos por el dolor que ocasionaba esto, pero luego los abrí. Vi como seguía el hombre colgado de mi garganta y saque el encendedor que tenia en el bolsillo. El hombre no parecía percatarse de lo que hacia. Lo encendí y le queme. Salió disparado de mi garganta pero no se alejo mucho. Me sentí debilitada. Me pare con mucho esfuerzo, tumbándome a cada segundo, pero lo había logrado. El encendedor seguía encendido y le amenace con quemarle. El hombre torció la cabeza y sonrió. Tenia los dientes manchados de sangre. Volvió a echarse encima de mí, pero esta vez le queme la ropa que llevaba. Y se encendió muy rápido. El hombre se había quemado casi por completo, todavía seguía gritando.
»En ese momento me caí al suelo, por el dolor que sentía. Las venas me ardían. Cerré los ojos como para que se fuera el dolor, pero no lo logre. Cuando termine de escuchar los gritos que pegaba el hombre, un ahora muy fuerte y horrible se metió dentro de mí y me hizo estremecer.
Volví a la realidad. Las lagrimas seguían cayendo, pero ya podía ver quien me abrazaba. Me escondí dentro del pecho de Emmett. Me sentí fatal. Tome aire, y me pareció innecesario, como si ya tuviera el oxigeno suficiente o como si había tomado dos veces oxigeno y no había exhalado.
Me despegue del pecho de Emmett y mire a Carlisle.
- A mis padres no les hice daño ¿no?
- no. –me contesto definitivamente, como para que no tuviera ninguna duda.
- Ellos te encontraron en el parque tirada y te llevaron hacia tu habitación. Llamaron a un medico, porque no hablabas, ni te movías. No había signo de vida para un humano. Al llamar a un medico, fui yo. Les explique todo a tus padres. Les dije que té tenia que llevar a Estados Unidos, porque esta enfermedad solo podía curártela yo.
»Tus padres me preguntaron mil veces, como se llamaba la enfermedad que tenían, me negué a todas las posibilidades que tenia para contárselas. Pero a la mitad del día siguiente me dijeron que te podía llevar. Lo único que les conté, fue que cuando vallas a regresar, no ibas a ser la misma. Que tu cuerpo iba a cambiar.
»Tomamos el primer avión que salía para acá. Y... ahora estas acá. Con una incógnita enorme en tu ser. –dejo de hablar y la cocina quedo sumida en casi en el silencio, ya que mis sollozos no cesaban.
Emmett me estrujó contra su pecho nuevamente y no me negué.
Alice en ese momento se puso rígida como una piedra y me asusto mucho ¿Qué era lo que le pasaba? Decidí preguntárselo a Emmet.
- ¿Qué le sucede? ¿No será por mi culpa? –dije atropelladamente y con la voz ronca, por los sollozos.
- No es por tu culpa, es solo que esta viendo algo –me contesto con una voz muy suave y curiosa al mismo tiempo.
Edward también se había puesto tenso, pero luego se relajo. Alice todavía seguía con la vista perdida y rígida como una piedra. Después de un minuto entero, Alice pierdo la postura que había tomado antes y me miro. Su mirada de curiosidad me aterraba y me capturaba, no podía dejar de mirarla hasta que ella no bajara la vista y me soltara. En sus ojos dejaba entrever unas cuantas preguntas, pero no podía descifrarlas. ¿Qué es lo que había visto? ¿Iba a matar a alguien pronto?
Todavía seguía atrapada en su mirada. ¿Por qué no me soltaba? No sé cuanto tiempo estuvo mirándome, pero la cocina se había llenado de curiosidad y tensión. Alice bajo la vista y me sentí liberada, después de esto. Aun seguía gimoteando, pero muy bajo.
Alice se fue de la cocina sin decir nada, Jasper la siguió pisándole los talones. Emmett seguía abrazándome, pero ahora con más fuerza. Rosalie se acerco a nosotros y nos abrazo a los dos. ¿Qué es lo que pasaba? ¿Por qué todo el mundo me abrazaba? No-tenia nada en contra de que me abrazara Emmett o Rosalie, todo lo contrario me sentí como en mi casa cuando alguno de ellos estaba conmigo.
No sabia cuantas horas se había quedado Emmett abrazándome, Rosalie se había tenido que ir a hacer unas cosas, y nos había dejado a solas. Las lagrimas no cesaron. No podía comprender el llanto. ¿Por qué seguía llorando? Ya había pasado todo. Y estaba con la persona que más quería en estos momentos. No se en que momento me dormí. Porque no me di cuenta hasta que desperté en un lugar extraño. Sabia que era un sueño, pero no me podía despertar.
Estaba en un bosque, en una postura que no reconocía. ¿Qué hacia agachada? Era como si quisiera atacar a alguien. Me quería erguir pero mi cuerpo no me lo permitía. Estaba muy atenta a mis sentidos. Con la vista buscaba algo alrededor del bosque pero no lo encontraba, y en esos momentos el bosque estaba sumido en un silencio sepulcral.
De pronto algo se mueve en el bosque y salgo corriendo en la dirección que lo escuche. Las aletas de mi nariz estaban dilatadas. Estaba oliendo el rico aroma de la sangre humana.
Había un chico musculoso que empezó a correr ni bien me vio venir. Sabia que la muerte de ese chico iba a llegar muy pronto y gracias a mí. Di un salto y termine en la espalda del chico, haciendo que este caiga al suelo. Busque su garganta y la encontré. Hasta que no lo mordí, la satisfacción que sentía al tener sangre me alegraba mucho, era mejor que la sangre de animal. Cuando hube terminado con este, me limpie la boca con la manga y para ver a quien había matado, porque me agarro una curiosidad. Con un pie lo moví y le di la vuelta.
Era alguien familiar, no podía creer que le hubiera hecho esto a la persona que más quería en este mundo, no podía creerlo. Una ola de pánico entró en mi cuerpo y me destrozo. Eso decía una parte muy al fondo de mí, pero la otra lo disfrutaba y encima quería más. Mi papá.
Escuche que también se movía algo y salí corriendo hacia el lugar de donde venia el sonido, las aletas de mi nariz se volvieron a dilatar. Otro humano andaba por ahí cerca. Cuando lo encontré también estaba corriendo, pero mucho más lentos que... era una chica y me lance hacia ella.
El sabor de la sangre de esta, era rico y cálido. Ansiaba tanto la sangre que no pude detenerme, a pesar de que no estaba hambrienta. Hice lo mismo que había hecho con mi papá. Le di vuelta la mujer y...
No lo podía creer. En menos de diez minutos había matado a dos personas muy queridas. Unas personas muy queridas por mí. A las personas que me hubiera gustado que sean mis padres. Pero ya no lo podían ser. Estaban los dos muertos. Totalmente disecados, sin sangre en su interior. Me agache junto al cuerpo y me tape la cara. Las lagrimas empezaron a nublarme la vista, para luego caer sobre mi mejilla. ¿Por qué habían tenido que ser ellos dos? ¿Qué no había otras personas en el mundo?
- Emmett –grite muy fuertemente –Rosalie –volví a gritar.
No podía haber sido tan mala, al matar a dos personas que yo amaba. Si, era la persona más odiosa del mundo. ¿Cómo podía haberles hecho esto a Emmett y Rosalie?
No pude lamentarme más, mi cuerpo era uno y mi interior otro. Mi interior trataba de auto flagelarse, por haber hecho tal asesinato. Mi cuerpo buscaba sangre y estaba atento a cualquier movimiento o sonido exterior.
Oí como se movía, pero no quería moverme yo y matar a otra persona que amaba. Mis intentos fueron vanos. Salí corriendo en la dirección que se oí y...
Me levante de un saque, aun aturdida por el sueño.
Estaba en la misma cama que había dormido el otro día, hacia demasiado calor. Sudaba a la gota gorda. Mi nuca ardía, hubiera podido hacerme un huevo frito en mi. Las sabanas estaban mojadas, así que me las saque de encima. Mi ropa también estaba mojada.
No quería salir. A ver si viéndome así, todos se reirían.
- Rosalie –gemí en un tono muy bajo como para que un humano lo escuchara, pero yo sabia que ella lo escucharía.
Tardo solo dos segundos, pero para mí fueron horas. Seguía aturdida por el sueño que acababa de tener. Al llegar, me miro y vino enseguida a abrazarme.
- estas mojada ¿Qué es lo que te paso mi amor? –me pregunto.
No podía contestarle lo que me había ocurrido, no podía contarle que en mi sueño la había matado y disecado. Así que solo le dije una cosa cierta. No le iba a mentir, si no que no le iba a contar el tema del que trataba el sueño.
- tuve un mal sueño –le dije entre sollozos.
No me había dado cuenta de que estaba llorando. Al oírme, me abrazo con más fuerza y me dijo ya paso, ya paso, repitió esas palabras tantas veces que... nada, es solo que el sueño no había pasado. ¿Cómo podía haber matado a las personas que más me habían ayudado y que tanto amaba en tan poco tiempo?
Rosalie me dio ropa para que me cambiara, pero no me la puse
- ¿Te importaría que me diera un baño? –le pregunte temerosa
- No. Ahora te digo donde esta.
Se dirigió hacia una puerta que no me había percatado de que estaba.
- Aquí es. –me señalo con la mano –adentro tenés todo lo que necesitas. Si me necesitas, llámame.
Me levanté de la cama y me dirigí hacia el baño. Vi como Rosalie sacaba las sabanas de la cama y se las llevaba.
El agua caliente me relajo los músculos, saco el sudor que me había quedado del sueño. Tenia frío cuando salía de la ducha –y eso que antes me estaba muriendo de calor –. No duro tanto el baño, me seque y me cambie con la ropa que me había dado Rosalie. Me fui directo a la cocina, ya eran las doce del mediodía. Había un olor exquisito cuando entre. Esme había hecho fideos con salsa boloñesa, mi favorita. Tenia demasiada hambre, porque me comí dos platos llenos. Casi no había nadie en la cocina. Solo estaba Esme y Rosalie.
Termine de cenar, y me fui de la cocina sin decir nada. Sentía como Rosalie me miraba a hurtadillas, con un tono de preocupación en los ojos, cada vez que hacia un movimiento. En la sala estaba Jasper mirando el noticiero, me acerque me senté junto a él.
Al ver que a mi no me interesaba en nada el noticiero, tomo el control y cambio de canal. Me puso Disney Channel. Estaba el programa de Zac y Coddy. Eran unos gemelos que se la pasaban haciendo estupideces todo el día. Pero era divertido.
- ¿Qué hora es? –le pregunte
- Son las ocho de la noche –me contesto
Guau. Había dormido un montón de horas. No lo podía creer. En esta casa me la pasaba durmiendo. Después de que termine la serie, Jasper me ofreció jugar una partida de ajedrez. Las acepte con muchas ganas. Hace mucho que no jugaba. La ultima vez que jugué fue en la salita de cinco, en el jardín de infantes.
Estuvimos como una hora para terminar la partida. Gane, y Jasper se enojo.
- Siempre ganas en todo –se quejo.
- Eso sabes que es mentira –le reproche.
Se dio vuelta, dándome la espalda y se cruzo de brazos. Estaba enfadado. No podía dejar que se enfadara, era mejor en el ajedrez que él, pero eso no quería decir, que yo sabia hacer de todo. Él era en algunos sentidos mucho mejor que yo. Y eso hacia que desilusionara.
Lo abrase desde atrás. Aun no me miraba. Le di un beso en la mejilla, y abrió los ojos como platos. Pero luego los volvió a cerrar, ignorando cada cosa que hacia. Estuvo una hora enojado, sin hablarme ni mostrar mirada alguna hacia mí. Así que me canse. Los párpados me pesaban, y eso que había dormido unas cuantas horas.
Me recosté sobre su espalda, aun abrazándolo. Hice como que su espalda fuera una almohada, cerré los ojos y no me percaté de nada más.
Empecé a soñar muy rápidamente para mi gusto. Era un lugar caluroso, pero sentía que algo me enfriaba muy rápidamente. Había arena debajo de pis pies, y reconocí que estaba en una playa desconocida. Escuchaba como algunos corrían alrededor de mí, pero no los podía ver.
¿Por qué cada lugar lindo que veía lo tenia que arruinar con algo que me asustaba?
Distinguí a lo lejos un lobo muy grande, pero en menos de medio segundo ya había desaparecido. Me hizo temblar. No-tenia frío, pero sí miedo. Y mucho miedo. No era un lobo común lo que había visto. Este era mucho más grande y de un pelaje muy distinto a comparación del común.
Después de que desapareció el lobo. La playa que había se sumió en la oscuridad y no pude ver nada más. Me quede un buen rato en la oscuridad, hasta que me canse y me tire al suelo –o por lo menos lo que parecía ser – porque mis ojos me pesaban, a pesar de que ya estaban cerrados en la vida real, los cerré en el sueño.